asadala ola informativa del campeonato futbolero, COPA UEFA, a base de cincuenta retransmisiones con saturación propia de pasados tiempos franquistas y habiendo sobrevivido mal que bien, nos adentraremos en unos días en los JJOO, a celebrar en medio de una brutal pandemia, en lejanas tierras del oriental mundo. Glorioso opio del pueblo.

Y como no hay dos sin tres, nos queda la cola final del Tour, que cada tarde nos pasea por la geografía francesa con las nuevas y jóvenes promesas del ciclismo internacional. Y en este ambiente de competición y jarana de esfuerzo y pelea desatada en busca de los metales anhelados y buscados cada cuatro años, se moverán los telespectadores por horas intempestivas para cuadrar horarios, aminorar madrugones y aguantar nocherniegas batallas deportivas. Los Juegos Olímpicos de Tokyo alimentarán el consumo de tele en un extraño verano. La tele oficial ha echado el resto para barrer con descaro a la competencia, que para eso ha pagado suculentos talegos a los organizadores por tener los derechos de emisión de las numerosas pruebas. Emisoras privadas y autonómicas aguantarán el tirón del ente público, que arrasará durante las jornadas olímpicas a base de gastar la pasta pública de todos en un ejercicio de competencia punto desleal.

Y del deporte olímpico al boxeo político de Díaz Ayuso, que acaba de armar el cañón mediático de TM para proseguir su batalla por el poder sanchista. Ha nombrado responsable de la tele madrileña a José Ignacio Sánchez, ejemplo rutilante de lo que no debe ser un gestor público. Hay que recordar los casi quinientos Ertes que preparó en su época al frente de RTVE, donde dejo amplio rastro de estupidez humana y abuso de poder. Este no ganará ninguna medalla, quizá algún positivo en jariguay.