a tecnología está actuando de bisagra / catalizador de muchos cambios en nuestras vidas. Van a cambiar los trabajos, tendrán que cambiar las empresas y lo que éstas hacen para generar empleo y rentabilidad. Aquellas que piensen que estas cuestiones no van con ellas, es más que probable que tarde o temprano vean las orejas al lobo. A este respecto, la unión de máquinas, procesadores y programas informáticos (Inteligencia artificial) está transformando empresas y sectores en ámbitos tan variados como diagnóstico de enfermedades, traducción de idiomas, servicio al cliente, comparaciones de precios de productos y servicios, etc.

Por ello, en relación a este asunto, la cuestión no es tanto pensar cómo nos afectarán los cambios, sino en comenzar a actuar posibilitando que la inteligencia artificial y otras tecnologías asociadas empiecen -cuanto antes- a aumentar las capacidades de las personas y procesos actuales. No se trata de pecar de ingenuos, ni de pintar todo de rosa. La entrada de la tecnología hará desaparecer ciertos trabajos, pero quien vea la tecnología únicamente como una herramienta para sustituir el trabajo de las personas, me atrevo a afirmar que no hace más que mostrar una conducta miope.

Recientemente, dos directivos de la consultora Accenture publicaban una investigación que analizaba cómo 1.075 empresas de 12 industrias estaban incorporando la inteligencia artificial en sus procesos de trabajo. En esta línea, identificaron prácticas en cuatro frentes: El primero, en cuanto a opciones que permiten incrementar la flexibilidad de procesos de trabajo como robots en las líneas de ensamblaje de coches que permiten personalizar equipamientos de vehículos a tiempo real, programas informáticos que sugieren alternativas de diseño de producto cambiando uno o varios parámetros, u otros que estiman dedicaciones de costos, tiempos y adaptaciones de operaciones en segundos.

Otro tipo de soluciones están permitiendo incrementar la velocidad. A modo de ejemplo, en el sector financiero permitiendo evaluar y aprobar transacciones de forma instantánea. En el médico, posibilitando integrar información de distintos sistemas y reduciendo el tiempo de colaboración entre especialistas.

En tercer lugar, las soluciones que permiten escalar/incrementar las posibilidades de ejecutar operaciones de forma masiva monitorizando lo que ocurre en múltiples lugares a través de cámaras, respondiendo consultas básicas a centenares de clientes a través de bots, etc.

Como cuarta opción, soluciones en mantenimiento que predicen fallos en máquinas, asesores automáticos para operaciones financieras, o sistemas que ayudan a profesionales médicos a predecir el riesgo de pacientes a padecer dolencias específicas.

Del conjunto de iniciativas identificadas, resulta importante subrayar que los mayores incrementos de productividad se dieron en aquellas empresas en las que la introducción de la tecnología había estado orientada a complementar el trabajo de las personas, y no a sustituirlas.

Es innegable que la tecnología aporta elementos difícilmente alcanzables por personas en cuanto a velocidad, escalabilidad y capacidades cuantitativas. Es por ello que será fundamental que, más a corto que a medio plazo, hagamos cosas nuevas y de forma diferente para aprovechar el potencial de integrar la tecnología a la dinámica de las personas.

El asunto es que esto requiere algo más que implementar tecnologías. Supone desarrollar competencias en las personas para que puedan aprender a interactuar con esas soluciones de forma productiva. Entre estas competencias, sobresalen tres:

1. Ser capaces de adiestrar máquinas y algoritmos para que desarrollen ciertas operaciones cada vez con mayor eficiencia. En este sentido, cuanto más y mejor dato se tiene, más eficiente y certero resulta su trabajo.

2. Ser capaces de explicar los resultados de esas operaciones, especialmente cuando son controvertidos. A menudo las soluciones de IA obtienen respuestas y conclusiones a través de procesos opacos para la mayoría. De ahí que requieran de ciertos perfiles expertos para explicar esos resultados.

3. Velar por el uso responsable de esas máquinas y tecnología.

En suma, las máquinas inteligentes están ayudando a las personas a expandir sus habilidades, entre otras cuestiones, amplificando su capacidad cognitiva, desarrollando ciertas actividades de poco valor añadido que permitan liberar a las personas para que éstas puedan centrarse en las de mayor valor, y sumándose a las destrezas humanas para extender sus capacidades físicas.

Será fundamental trabajar en un planteamiento serio de cómo cada organización se puede beneficiar de la Inteligencia Artificial, y trabajar la formación de las personas en relación a ese potencial.

Mondragon Unibertsitatea. Investigación y transferencia