reo que alguna vez he comentado por aquí el comienzo de la que, cierto profesor, nos describía como la crítica de cine más demoledora que jamás escribió nadie. Ayer, en el cine no sé qué, a las cinco de la tarde, se estrenó la película tal. ¿Por qué?

Pues bien, si tuviese que escribir la crónica del homenaje que, entrega de makila Ondas de Jazz mediante, recibió Xabier Añua el lunes, arrancaría diciendo: "Ayer, en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, se homenajeó a un buen hombre y mejor persona. ¿Por qué no antes? ¿Por qué no más veces?"

Xabier es grande. Sus palabras fueron todo un elogio de la buena gente, él incluido. Vamos, que estoy por proponer que en las enciclopedias ilustradas pongan su foto junto a la definición de bonhomía (afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento). Y no se trata de hacer la pelota porque sí. Se trata, como muy bien dijo él, de recuperar la solidez de los valores grandes, de los de verdad. De los que hacen que puedas opinar y disentir. Que puedas discrepar y hasta criticar sin que eso sea faltar, sino aportar. Con buen humor, pero sin adular de forma innecesaria. En tiempos como estos, en los que parece que todo cambia y se moderniza; que el mundo es para los jóvenes; que los nuevos dioses son los youtubers y los influencers; que no hay vida más allá de las redes, y que, en definitiva, sólo pueden prosperar los alfabetizados en lo digital, gente como Xabier demuestra que sigue habiendo vida en el planeta. Porque de él se habla mucho como entrenador y como jazzero empedernido, pero doy fe de que su presencia nos alegra a muchos el twitter de cada día.

Un abrazo grande, Xabier, y como ayer me decías en la red, cualquier día de estos nos vemos con nuestras bicicletas y hacemos lo que hace la buena gente, nos saludamos y nos paramos a charlar, que no todo es competir.