algo a la calle algo mosqueado con mi ama porque me quita protagonismo, y a falta de otra cosa que hacer, me paré a mirar fotos expuestas en el exterior del Parlamento como conmemoración de algún aniversario. De pronto, junto a mí, una señora que se dedicaba a lo mismo le explicaba a otra, señalando ostentosamente una foto, que "esa de rojo sale mucho en la tele, no sé de qué habla ni a quién defiende, pero le suelo ver mucho".

Pensé que, aun habiendo políticos que defienden a voz en cuello lo que creen que es más oportuno, también hay quienes dicen lo que toca decir o dicen lo que les dicen que toca decir, y estos normalmente coinciden con quienes empujan y se pegan por salir en las fotos y acudir a tertulias de todo tipo. Y es que hay una categoría de políticos que, además de querer hacer cosas, que no lo pongo en duda, dedican mucho tiempo, demasiado, a intentar ser protagonistas relevantes e insustituibles, dedicándose a opinar en todos los foros posibles y continuar alimentando a forofos e incondicionales, para que estos, a su vez, apoyen su continuidad en la política. Son los que se dedican a cultivar su yo y llenar su egoteca, aunque al final terminen señalándolos solo porque los conocen de verles en la tele sin saber siquiera a quién defienden.

Aún lejos de nuestro balcón, aparece ama para preguntarme en qué lío pienso. Desganado se lo cuento y me dice que a muchos políticos les ocurre como a mí, obsesionarse por querer estar sin contar nada original, lo que logra que a la gente le valga con el superjefe de cada partido porque el resto actúan como clones que repiten lo mismo. Les conocen pero no saben quiénes son. Me pregunta si yo quiero ser protagonista por escribir y así sonar al personal, o por dar ideas que interesen. No le contesto. Me pregunta quién era aquella señora de rojo, me vengo no contándoselo y luego me enfado conmigo.