epaso las informaciones, declaraciones, reacciones e iniciativas y el contenido de esta misma columna de hace justo una semana. La utilización de la palabra "condena" a la hora de denunciar una agresión contra una persona (el dirigente del PP Iñaki García Calvo, por ser del PP) había generado un rifirrafe político y había evitado una declaración institucional unánime del Parlamento Vasco al desmarcarse EH Bildu. Ayer, las grupos de la Cámara vasca tampoco lograron la unanimidad total al aislar a Vox pero esta vez la formación independentista sí se sumó al "rechazo más enérgico" a la execrable agresión homófoba sufrida por Ekain en Basauri por ser homosexual. ¿Por qué esta vez sí? Porque se evitó la palabra fetiche: "condena". Ignoro el motivo, aunque puedo intuir que se hizo en aras a lograr el mayor consenso y evitar la división y la polémica. Lo lamento. El argumento para no suscribir el texto de la semana pasada era que no se usó un "lenguaje inclusivo" y que se había podido utilizar el término "rechazo" en lugar de "condena". Prueba superada: ayer se hizo exactamente así, aunque a cambio la declaración es más contundente en otros aspectos, como el llamamiento a la Fiscalía a actuar o ese "ninguna agresión sin respuesta". Otra curiosidad es que esta vez quedó excluido Vox y los argumentos de sus críticas y sus excusas son similares a los utilizados anteriormente por EH Bildu. No es casualidad. Se acabaron las polémicas. Alguien ha ganado, alguien ha perdido. El discurso del odio es uno, aunque tiene distintos acentos. Los descerebrados ideologizados que pegaron a Iñaki y los memos machotes que apalearon a Ekain se creen distintos e incluso contrarios pero beben de los mismos botellones aborregados de inquina, rencor, rabia y pensamiento (?) único. Lo lamentable es que los partidos que nos representan en el Parlamento olviden la coherencia en una semana y hagan distingos entre estas agresiones, estos agresores y estas víctimas.