as cometas llevan volando 3.200 años, ahí es nada. Se inventaron en China, como artilugio militar que utilizaban los ejércitos para enviarse señales entre los distintos destacamentos. Según fueran los movimientos y los colores de las cometas, el mensaje era uno u otro. 3.200 años después, este sábado, colectivos de mujeres de toda Europa se reúnen en Niza y otras localidades, también en el País Vasco, para lanzar cometas reivindicativas. Ello demuestra que la cometa, además de ser un juguete, sigue siendo un formidable medio de comunicación. Lo que estas mujeres quieren comunicar y reivindicar, bajo el lema Mujeres que vuelan fronteras, es la libertad de movimientos de las personas, particularmente mujeres.

Es posible que esta convocatoria de cometas, lanzada por la Asamblea feminista Toutes aux Frontières (en Bilbao por Ongi Etorri Errefuxiatuak) no sea secundada por hordas de personas en Euskadi. Tal vez no congregue a miles de personas, como el Festival Internacional de Cometas de Ahmedabad (India) cada año. Tampoco veremos seguramente una cometa de seis kilómetros de longitud, que según el libro de récords Guiness, es el tamaño de la más larga construida hasta ahora. Sin embargo, el gesto en sí de hacer volar cometas ya hace que esta concentración sea diferente. Porque una cometa significa libertad y movilidad solo por ser cometa. Una cometa es una pancarta en blanco, que no necesita palabras. En resumen, una cometa es el medio de expresión y es también el mensaje. En este caso, el mensaje es que las mujeres somos como cometas que viajamos, volamos, nos movemos y creamos, sin perder ese fino cordón que nos une a lo terrenal: los cuidados, la conciliación laboral, la maternidad, la resiliencia. De hecho, este podría ser el lema de nuestra próxima manifestación: Pies para qué os quiero, si tengo alas cometas para volar.