l otro día vi el documental de la serie Imprescindibles de TVE sobre el productor musical Gay Mercader, quien desde los años 70 ha organizado numerosos conciertos en España con grandes como los Rolling Stones, Sting, Patti Smith, The Cure, Iggy Pop etc. Argumentaba que él se ha dedicado toda su vida a buscar la belleza y para ello se ha volcado en la música, el teatro, la literatura, el cine... También en las amistades, el sexo... Me recordó a Ramón Trecet y la famosa frase con la que terminaba siempre el programa que presentaba en Radio 3: "Buscad la belleza. Es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo". Sin duda, lo del asqueroso mundo se ha vuelto muy visible en los últimos días: los bombardeos de Gaza, la llegada de miles de inmigrantes a Ceuta... Basta con ver unas pocas imágenes de todo lo que está ocurriendo para darnos cuenta de lo barata e insignificante que se ha convertido la vida de algunos seres humanos, de lo poco que importan al resto, de la gran injusticia que supone nacer en el lado equivocado, en la cara B del mundo. Y, sin embargo, en medio del horror, aparece la belleza, como las flores en la basura. De repente, vemos las imágenes de una mujer con el chaleco de la Cruz Roja que abraza y consuela a un hombre, uno de los miles que ha llegado a Ceuta por mar, empapado, llorando, tembloroso, aterrado... La mujer lo abraza, él se aferra a ella. No se conocen, son seres de dos mundos distintos, en dos posiciones absolutamente distintas, pero, de repente, hay algo que los une y les hace sentir que son iguales, que podrían ser iguales si este mundo se lo permitiera. A veces pensamos que la belleza se encuentra únicamente en lo positivo, en lo alegre, en lo bueno. Pero la gran belleza surge muchas veces del dolor, de la herida, de la injusticia. Y precisamente en la literatura, la música, el teatro, el cine, a los que hace referencia Mercader encontramos claros ejemplos de esa belleza tan necesaria: la belleza que escuece y que nos hace pensar.