omo era previsible, EH Bildu ha celebrado su segundo congreso sin sobresaltos y dando imagen de compacta homogeneidad. Ninguna sorpresa en la confirmación de Arnaldo Otegi como coordinador general y un apoyo que se supone masivo a la plancha presentada como nueva dirección de la coalición. Tras la clausura del congreso, Otegi aseguró que EH Bildu se anuncia como alternativa "al modelo agotado y gris del PNV". Ninguna novedad tampoco, ya que la coalición abertzale lleva años disputando al partido jeltzale la hegemonía del soberanismo. Pero no basta solo con la proclamación de intenciones, sino que debe quedar claro el camino a recorrer y, por supuesto, las posibilidades reales de lograrlo.

Según se deduce de los argumentos reiterados en los discursos y escritos de sus dirigentes, EH Bildu se siente obligada a liderar el tránsito hacia la república vasca porque no cree capaz al PNV de abordar un nuevo estatus, ni de forzar al Gobierno español a replantear el modelo territorial, ni de provocar un cambio progresista en la sociedad vasca. En el discurso habitual de sus portavoces, EH Bildu considera que el PNV ha renunciado a mayores cotas de soberanía en favor de un autonomismo ramplón, por lo que se considera con vía libre para intensificar el desgaste contra el Gobierno Vasco, sus instituciones y su lehendakari. En ese empeño se está volcando desde el comienzo de la legislatura.

Pero como no basta con la crítica ni con la declaración de intenciones, EH Bildu se autodefine como "izquierda transformadora" y se compromete a liderar la transformación del actual modelo de sociedad desde la unidad de todos los sectores progresistas. A través de ese nuevo modelo de sociedad, lideraría el tránsito hacia la república vasca propiciando un referéndum negociado, en la convicción de lograr complicidades internacionales y sin renunciar a las vías pacíficas y democráticas. En cualquier caso, en su estrategia para liderar una alternativa al que consideran actual estado de dependencia y subordinación y caminar "hacia la plena soberanía de este país", EH Bildu cuenta con la concurrencia de la que supone mayoría progresista, la acumulación de fuerzas dispuestas a avanzar hacia esa república vasca soberana fruto de un proceso de maduración política y sociológica. Para desplazar al PNV de su hegemonía, buscará nuevos caladeros de votos, se abrirá a nuevos sectores sociales, llegará a "desprenderse de la txapela carlista" -como curiosamente expresó un portavoz-, motivará al electorado joven y urbano y se abrirá a colectivos hasta ahora ajenos al imaginario identitario. Intensa e inmensa tarea la que le espera al aspirante, a la alternativa por la izquierda al actual y, al parecer, asentado liderazgo del PNV. Para empezar, y sobre posibles complicidades internacionales para el derecho de los vascos a decidir su estatus político, se supone que la dirección de EH Bildu es consciente de que hoy por hoy no hay muchos indicios de que la presión social o política vaya a forzar a la UE a obligar al Estado español a abrir una negociación sobre el reconocimiento del derecho de autodeterminación.

Y sobre la acumulación de fuerzas imprescindible para el tránsito a la república vasca, no va a ser fácil pescar en caladeros ya contados y recontados. El incierto recorrido de esa red de enganche deberá probar en desencantados del PNV, prófugos del PSE, restos dispersos y desorientados de Podemos y, quizá más asequible, la amalgama ácrata y antisistema que se apunta a un bombardeo. Complicada asignatura la que pretende aprobar el aspirante pero, como ya anuncia el coordinador general Arnaldo Otegi, hace falta tiempo, perseverancia y, sobre todo, paciencia.