acía días que no estaba con ama en el balcón y me da un pellizco porque, me dice, en cuanto dejo de estar con ella me dedico a publicar artículos un poco guarros que no le gustan.

Calmo el escozor y le cuento que me ha hecho pensar la lectura de una vieja humorada que dice que, mientras un filósofo trabaja con lápiz y papel, un físico teórico tiene que hacerlo con papel, lápiz y papelera. Me mira con cara de chiste como preguntando a qué viene la chorrada.

Le cuento que es interesante analizar la diferencia entre personas que, tras pensar mucho, teorizan sobre el ir y venir del ser humano o su mejor manera de entender el sinsentido de la vida. Pueden proponer, sin necesidad de demostración, lo mismo el hedonismo como método de vida que sugerir el materialismo dialéctico para entendernos frente al idealismo o deprimirnos con el nihilismo. Mientras tanto, un físico teórico, ante lo que no conoce, crea fórmulas, las prueba, no funcionan y las rompe, así hasta poder comprobar que un algoritmo explica la realidad. Me sonríe y me dice que para cavilar no está mal pero que tiene prisa para volver con aita y le explico que es un buen ejemplo para comparar el gobierno vasco con la oposición parlamentaria. Me mira interrogante y le explico que para gestionar esta pandemia el gobierno es el físico que, ante lo desconocido, prueba, experimenta, corrige, echa a la papelera la propuesta que no funciona y vuelve a empezar, hasta quedarse con lo que responde a lo esperado. La oposición, sin pensar, aprovecha ideas de quienes filosofan sobre todo y se queda con la que más cachonda le ponga, exigiendo cada día una ocurrencia sin tener que corregir nada y quedándose tan ancha.

Me mira divertida, se despide y me dice que no escriba cochinadas, a lo que le contesto que no le importe, que ella ya está en el cielo, y me contesta que no es por ella, que es para que yo también pueda ir.