a frase anterior es de Quevedo, escritor genial, sociólogo prematuro y político desafortunado del siglo XVII, y sigue vigente hasta hoy en día.

O más vigente que nunca hoy en día, si miramos la angustiosa proliferación de días: día de la madre, día de los enamorados, día la mujer, día del padre (alias, San José), día mundial del glaucoma, día sin coches y así hasta el infinito; sólo falta por proclamar a los cuatro vientos el día del día.

Como todos los fenómenos sociales, este alud de proclamaciones temáticas tiene muchas causas. Una de ellas es que la multiplicación de los días no son más que clamores de debilidad. En el mundo rico, el bienestar coincide con una galopante merma de ideas, ideales y convicciones. La convivencia se centra más y más en el consumismo de los adinerados y la reclamación de la sopa boba por parte de los menos afortunados.

Pero unos y otros tienen en común -con las excepciones que existen siempre- la ausencia de motivaciones espirituales y un agobiante mar de desinformaciones. Desinformaciones porque las noticias llegan sin verificación, las mentiras no se distinguen de las verdades en las redes sociales ni tampoco en la prensa de las fabulaciones, mentiras y manipulaciones. Para el hombre corriente del mundo occidental de hoy en día, las únicas verdades absolutas son los precios de las mercancías€ y eso, tan solo en las tiendas o mercados donde se venden.

Esto genera una conciencia subliminal de inseguridad, de indefensión. Y la masa de los desorientados se agarra a estas proclamas de identidad que son los respectivos días con la pasión con que otrora se identificaba la gente con una religión, una nación, una raza o cualquier otra ilusión que le permitía al individuo sentirse acogido y protegido.

Visto así, se entiende el auge de los días y aún más, si se tiene en cuenta su creciente comercialización. Lo que, en cambio, cuesta mucho de entender es que hasta la fecha no haya surgido un movimiento de rechazo; que no hayan surgido voces que denuncien la inutilidad -una inutilidad lindante en la tomadura de pelo- de esas proclamaciones.

Porque el día del padre no beneficia un comino a ningún padre en ningún lugar del mundo y el día de la mujer tampoco ha mejorado la vida de ninguna. Son ejemplos actuales de la frase quevediana de hace cuatro siglos de que "de nada sirve lo que no sirve para nada".

¿ O es que esto también es políticamente incorrecto?