a de ayer parecía una mañana tranquila. Quedaba algún resto de serie del levantamiento de la inmunidad a Puigdemont y se tejían perezosamente los mensajes de aluvión de un nuevo aniversario del 11-M. Pero en esto cayó el gobierno de Murcia como efecto de un tiro en el pie del PP gobernate y de una patada a la desesperada de esa nada que atiende por Ciudadanos en comandita con un PSOE que está al plato y a las tajadas. Ni una hora nos duró el entretenimiento a los plumíferos ávidos de cualquier novedad, la que sea. La eternamente minusvalorada Isabel Díaz Ayuso y su Rasputín de cabecera, Miguel Ángel Rodríguez, vieron el momento de echar el órdago. Al carajo el molesto socio naranja, el aguado Aguado -valga la redundancia, como gusta decir a los opinadores del ultramonte-, y vamos a elecciones adelantadas con aroma a mayoría absoluta de la neolideresa. Parece que las mociones de censura a la desesperada de Más Madrid y PSOE llegaron tarde.

Todo eso, claro, esperando el efecto de las ondas sísmicas en los no pocos lugares donde Ciudadanos sostiene, generalmente junto a Vox, gobiernos autonómicos o municipales. Andalucía y Castilla y León aseguran que, de momento, aguantan. Se antoja difícil que lo hagan mucho tiempo. Pedro Sánchez e Iván Redondo sonríen mientras acarician un gato.