a misión primordial de la tele es la de procurar entretenimiento al personal que dedica trescientos minutos diarios de su vida a estar delante de la pantalla televisiva. La sociedad de nuestros días ha convertido a la tele en el dispensador de ratos de ocio, divertimiento y mata tiempos para los patos apresurados que somos los ocupantes de la urbe mundial.

Por ello, hay programas en las escaletas de oferta/demanda televisual que son puro placer de pasar el tiempo sin otro quehacer que el de dejarse llevar, arrastrados por las imágenes que fluyen con facilidad atrapando al ciudadano esclavo de lo que le proponen las cadenas.

En este apartado de programas de diversión y ocio, destaca con sello propio Got Talent, un programa que trata de descubrir figuras desconocidas o promesas de futuro de artistas que lo mismo cantan con supina habilidad que se tragan en modo faquir una espada de largo medio metro. Es asombrosa la cantidad de inteligencia que atesora esta sociedad nuestra, y que en la noche de los viernes, ofrece Telecinco en un ejercicio de pura tele con un impresionante despliegue de vatios para realzar actuaciones unas veces circenses y otras canoras; desfile ante un jurado que califica las pruebas y las muestras de inteligencia artística y creativa.

Una excelente realización que ofrece atractivos planos de promesas en busca de gloria y fama que solo la tele puede dar en noches de nervios, arte y actuaciones cuajadas de habilidad, fuerza y talento. Hasta Risto Mejide, miembro del jurado, se rinde ante muchos de estos aspirantes a un lugar caliente al sol de la farándula. De vez en cuando, se filtra una actuación pobre, deplorable e indigna del nivel medio artístico de los talentosos actuantes que no empañan el tono medio de una tele que entretiene. En definitiva, espacio recomendado para templar ánimos y recuperar energía para continuar nuestro tránsito por este valle de lágrimas, dominado por la mortal pandemia.