nax anda preocupado. Este año todo es muy raro y no sabe muy bien cómo se siente. A veces está triste, a veces rabioso y con frecuencia tiene muchas ganas de gritar y romper cosas. No lo puede evitar. Cuando le pasa eso, ama o aita le abrazan fuerte y están con él hasta que se le pasa. Aunque a veces ellos también se enfadan. Últimamente más que otras veces, o eso le parece... Por si fuera poco, este año las Navidades no van a ser como siempre. Ha oído hablar mucho a sus aitas bajito en la cocina. Anoche le dijeron que durante unos cuantos días intentarán no juntarse con nadie más, ni siquiera para ir al parque. Y que luego irán a un sitio donde le meterán un palito por la nariz dos veces para saber si tiene o no el bicho. A él, a su hermana y a sus aitas. Es una cosa que empieza por P pero no se acuerda del nombre. Y si no tienen, pues podrán ir al pueblo. Sus aitonas llevan muchos meses en el pueblo, el aitona tiene mal el corazón, le han operado muchas veces. Tiene un montón de cicatrices. Y allí en el pueblo, como casi no hay nadie, debe de ser que están mucho mejor que en la ciudad, donde hay muchísima gente. Unax anda preocupado porque el Olentzero va a ir a su casa del pueblo, donde está su abuelo. Se pregunta si al Olentzero también le meterán el palito en la nariz dos veces para saber si tiene el bicho o no antes de presentarse en casa de los aitonas. Está preocupado por si el Olentzero contagia al abuelo. Tanto que las últimas noches no ha dormido nada bien. Hoy se lo ha contado a su hermana. Y se ha quedado más tranquilo porque ella le ha dicho que seguro que el Olentzero se hará una prueba antes de ir a casa de los aitonas. Le ha dicho que los aitonas duermen en el piso de arriba y el carbonero no tiene por qué subir. Además, al Olentzero no se le ocurriría salir de su baserri sin mascarilla. No hay nada que temer.