uestras viviendas son pequeñas fábricas en las que podemos realizar múltiples tareas imposibles de acometer hace tan solo un par de décadas. Podemos realizar deporte en casa, jugar a videojuegos con personas que viven a miles de kilómetros, confeccionarnos ropa, tener un pequeño huerto en la cocina, imprimir imágenes y textos€ El abanico de posibilidades es inmenso si contamos en nuestro hogar con las herramientas adecuadas que, por otra parte, son más baratas que nunca. En nuestro hogar, podemos realizar incluso arte. Porque muchos artistas, creadores -o cómo se quiera llamar a las personas que tienen esa inquietud por realizar cosas difíciles de clasificar- trabajan en sus casas. Desde hace muchos lustros. Su espacio doméstico es su hogar pero también es su oficina, su taller, incluso su almacén. Atrás enterrados en el tiempo quedan esos inmensos, e insostenibles, estudios de artista de antaño.

Después de tantos años subsistiendo "domésticamente", a muchos creadores se les hace arduo pensar en trabajar fuera de casa. Aunque obviamente en algunas ocasiones es necesario que se lancen al exterior a impartir un curso, una charla o un taller. O preparar una exposición. Quizá reunirse con colaboradores... Pero se perciben las diferencias. En sus casas, todo fluye de una manera más natural. El trabajo se mezcla con el ocio. El acto de comer se combina a veces con las labores artísticas. Lo que forjan no puede dejar de teñirse de hogar. Esto puede ser visto como algo negativo, en detrimento de su arte. Pero quizá sea todo lo contrario.

Muchos son los que dicen que es necesario trabajar fuera de casa, que hay que separar el espacio laboral del espacio doméstico. Puede que sea cierto si eres médico o abogado. Pero€ ¿por qué si te dedicas al arte? Un escritor, por ejemplo, ¿dónde escribe? ¿Se desplaza a una fría oficina para escribir? Sería un tanto absurdo. Los escritores trabajan en sus casas en una habitación preparada cómodamente para esa tarea. Recordemos al artista Duchamp sentado en su "sillón de pensar" que era su principal herramienta para rumiar sus proyectos.

La mayoría de las obras de arte se han cocinado en casa. El guionista, escritor, dibujante de cómic... trabajan muchas veces uniformados con una ropa de trabajo que consiste en una bata o en un pijama.

Algunos feminismos sostienen que el capitalismo se sustenta en el trabajo gratuito e invisibilizado que se realiza en los hogares. Que los productores que mueven los resortes y engranajes del sistema capitalista han sido criados y alimentados en los hogares. Los espacios domésticos producen trabajadores y empresarios. Las madres y, pocas veces, los padres, hacen posible que la maquinaria funcione. Un trabajo no remunerado.

Con el arte sucede algo parecido: el trabajo no remunerado -o mal pagado- de muchos artistas (escritores, artistas visuales...) que utilizan su propio hogar como fábrica es lo que provoca que el propio mundo del arte funcione: museos, centros de arte€