l equipo albiazul se enfrentaba en horario estelar del domingo, los llamados grandes jugaron el sábado porque hay Champions esta semana, al equipo revelación de la temporada que presentaba un once con muchas ausencias (pensando en el encuentro europeo del jueves) ya que se juega el pase a la siguiente ronda. Machín, sin embargo, repetía por tercera vez consecutiva el once de gala para seguir invicto una semana más. Pero la tarea no era fácil, se enfrentaban al líder; ficticio, eso sí, en esta Liga en la que no todos los clubs han jugado el mismo número de encuentros. La Real Sociedad no era líder en solitario desde la jornada 36 de la temporada 2002-03, pero no pudo hacerse con el campeonato al perder el siguiente encuentro y ganar el Real Madrid sus dos últimos duelos. Peor parado salió el Deportivo Alavés esa campaña puesto que descendió a Segunda después de cinco en la élite.

Y puestos a mirar atrás, hoy, en tiempo para el recuerdo de la historia albiazul, rememoramos otros dos derbis. El primero, el que disputaron en la temporada 2007-08, pero en Segunda. Se jugaba la penúltima jornada del campeonato liguero cuando se produjo el milagro que permitió al Alavés disponer de otra oportunidad para librarse del descenso. Ganó el conjunto albiazul (3-2) con dos goles en el tiempo añadido, pues al término de los noventa minutos estaba matemáticamente descendido. Para refrendar la permanencia debía lograr la victoria en Vigo una semana más tarde y que se diera algún que otro resultado favorable. Y volvió a ganar milagrosamente (aunque este no lo fuera tanto, pues concurrieron también otras circunstancias) por el mismo resultado, remontando con tres goles en la segunda parte. Si al Alavés las dos victorias le supusieron la permanencia en Segunda otra temporada y aplazar un año la caída al pozo de la Segunda B, para la Real la derrota en Mendizorroza significó perder un ascenso que ya lo tenía en la punta de los dedos.

El otro es el que se disputó en la última jornada de la temporada 1998-99. Los albiazules debían ganar y esperar el resultado favorable en otro partido para eludir la promoción. Es el encuentro recordado como el del gol de la mano de Salinas o el del gesto de perdón de De Pedro, que bien podría habérselo ahorrado. Estaba más que claro que el Alavés ganaría a la Real; había más desconfianza en que el Extremadura empatara, como así sucedió, o perdiera en su estadio ante el Villarreal. Los nervios llegaron, sobre todo, al acabar el encuentro en Mendizorroza, a la espera de que finalizara el duelo de Almendralejo.

Como suele decirse, no creemos en milagros pero contamos con ellos. El problema es que los milagros suelen concordar con situaciones preocupantes, o caóticas, y se podría pensar que algo divino ha intervenido en la conclusión ofreciendo resultados peculiares. Vivir al borde de un ataque de ansiedad se está convirtiendo en algo habitual y parece lógico pensar que no siempre la moneda va a caer de nuestro lado. El del sábado, con la expulsión de Battaglia, es el cuarto encuentro -una tercera parte- que el Alavés ha acabado en inferioridad numérica. Y lo que son las cosas, en todas ha terminado puntuando. Ahora bien, si no llegaban al área con once, a excepción de alguna falta lateral, con la expulsión del centrocampista no la vieron ni con anteojos binoculares por lo que la única aspiración era mantener la portería a cero. Debe ser tan agotador como poco atrayente jugar un día sí y otro también metidos en el área con el único objetivo de alejar todo balón que aparezca por allí.

Decir que Battaglia regaló el encuentro sería exagerado, principalmente porque los alavesistas no lo tenían controlado y no parecía que fuera a decantarse a su favor. En todo caso, habría que apuntar que con uno menos se sufrió más de lo debido y los dejó sin ninguna posibilidad de obtener mejor resultado ante un rival cansado, sin mordiente y que ni supo ni pudo aprovecharse de jugar con un hombre más. Lo que sí es cuestionable es que, en una jugada en la que no había ningún peligro, estaba el juego parado, sea expulsado por realizar comentarios irrespetuosos hacia el árbitro en su presencia. Es de poco inteligente. Un toque de atención, por ejemplo económico, no estaría mal como aprendizaje. Battaglia: el colegiado puede ser ciego, pero no sordo.

Lo mejor, como casi siempre, el resultado. El empate le sirvió al Alavés para seguir invicto una jornada más y a la Real para perder de manera efectiva el liderato. Insisto en que cuando se juega con fuego, al final uno se termina quemando. Y el hombre milagrero, algo muy normal en un equipo que juega más en su área que en la del rival, fue Pacheco, como siempre, que se ha convertido en el jugador que más minutos ha disputado con el conjunto albiazul en Primera. Visto lo visto, parece milagroso que este encuentro no se perdiera.

No creemos en milagros pero contamos con ellos; el problema es que suelen concordar con situaciones preocupantes

Decir que Battaglia regaló el partido es exagerado, pero se sufrió más de lo debido y dejó al Alavés sin opciones de algo más