ualquier tiempo pasado fue anterior. Para algunos también fue mejor. Siempre ha habido nostálgicos. Sobre todo en política. Suele coincidir que son quienes vivían repantigados en la comodidad de la poltrona y de la verdad única incuestionable. Por eso ahora, con el frío que hace fuera del coche oficial y sin la opinión pública comprada de antemano, ven cercano el Apocalipsis. Como esta semana se debaten los Presupuestos del Estado, es buen momento para echar la vista atrás. Porque, queridos políticos, analistas, periodistas y demás amigos de 2010, si os visitamos desde el futuro corremos el riesgo de convenceros de que puede que la época que tanto añoráis fuera peor. A ver cómo os explicamos que no sólo ETA ya no existe, sino que casi nadie se acuerda de ella. Pero aún hay más. Agarraos. Resulta que Bildu, la nueva marca en la que se integra la izquierda abertzale, no es que sea legal, es que se ha convertido en uno de los socios de cabecera del Gobierno de España y va a votar a favor de los presupuestos. Cómo os contamos que un movimiento ciudadano estuvo a punto de subvertir el Estado, que el líder del nuevo partido que alumbró la revuelta es el vicepresidente y que un outsider del PSOE se sienta en La Moncloa después de desafiar al felipismo, a los barones y a Prisa. Eso sin contar con que la ultraderecha ha salido por fin de la casa del padre que era el PP. Y alguna otra fruslería como que el Rey ha huido del país y la Corona se tambalea en la cabeza de su hijo. Ah, y Euskadi, que antes monopolizaba la agenda mediática, ahora importa un pepino en la Corte. ¿Qué? ¿Cómo os quedáis? Dicho con todos los respetos, no disteis ni una en vuestras predicciones. Así que igual ahora tampoco acertáis con vuestros negros augurios. Hasta puede que lo mejor no haya pasado sino que esté por venir.