l Consejo de Ministros de Agricultura ha alcanzado esta semana un acuerdo sobre la Política Agrícola Comunitaria (PAC) a partir de 2023. Queda aún que el Parlamento Europeo vote la propuesta de la Comisión Europea y que el “triálogo” entre Consejo, Parlamento y Comisión alumbre definitivamente los reglamentos que darán luz verde a la nueva agricultura europea. Más verde, más coordinada entre los 27 y más eficiente en las ayudas, estos son los tres ejes sobre los que pretende pivotar la PAC de la tercera década del siglo XXI. Un sector cuya relevancia ha salido reforzada de la crisis del coronacrack, pues, el abastecimiento de alimentos se ha convertido en una necesidad básica del espacio europeo. Con ese propósito está previsto que la UE destine 390.000 millones de euros del presupuesto europeo a la nueva PAC 2023-2027. De ellos 47.700 millones irán a parar a los agricultores y ganaderos del Estado español.

Uno de los principales objetivos de la PAC alineada con el New Green Deal o Pacto Verde europeo, consiste en mejorar la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, fomentar el desarrollo y la energía sostenible y asegurar una gestión más eficiente de los recursos. Todo ello mediante la receta fundamental europeo para el cambio de producción y consumo que representa la Economía Circular. Además de potenciar la base ecológica de la agricultura se pretende una protección más activa de la biodiversidad, mejorar los ecosistemas y preservar los hábitats y paisajes. Para ello se lanza uno de los conceptos más novedosos de la nueva PAC, los “ecoesquemas”, que no es otra cosa que poner en valor, y cobrar una compensación por ello, algunas de las prácticas agrícolas y ganaderas que cuidan el medio ambiente y los elementos que lo rodean (suelo o tierra, agua y aire) y que, en mayor o menor grado, ya se vienen haciendo, aunque con la exigencia de profundizar un poco más en la misma dirección. En total de la financiación de la nueva PAC, los ecoesquemas se llevarán el 20% en pagos directos.

Asimismo, se obligará a los Estados miembro a partir de 2023 a presentar sus planes nacionales estratégicos que detallarán las intervenciones o medidas de la nueva PAC que deberán elaborar y que debe ser aprobado por la Comisión Europea antes de su aplicación. En una palabra, el Ejecutivo europeo pasa a tener control no solo sobre los pagos a la agricultura, sino a su diseño estratégico, al menos a nivel de coordinación de los 27. Eso evidencia que la PAC será más europea y no el sumatorio de intereses nacionales. Este paso que pudiera parecer lógico, tiene una enorme trascendencia práctica, pues, de hecho es el salto cualitativo para poder hablar realmente de una política común y no como hasta ahora, meramente, de una garantía de precios o de producción común. Será en última instancia la Comisión Europea la que tendrá el control del dinero y de las políticas.

Hasta ahora siempre había sido Francia la principal opositora a las reformas de la PAC, apoyada en su fuerte y sindicalizado sector agrícola. Esta nueva reforma, finalmente impulsada por la propuesta de la presidencia alemana de turno, ha contado con el consenso del eje franco-alemán, en suma de 150 millones de habitantes, un 34% de la población de la UE y un 37% del PIB de la Unión. España se ha sumado a la propuesta que en general había defendido desde el inicio de las negociaciones. Enfrente un pequeño grupo de Estados de menor peso y relevancia en el contexto agrícola europeo: El acuerdo tuvo el único voto en contra de Lituania y las abstenciones de Letonia, Bulgaria y Rumanía. Por tanto, el consenso de los Estados miembro se puede calificar de muy alto. Queda ahora saber la posición de los grupos políticos en el Parlamento Europeo, razonablemente previsibles en su juego de mayorías. Los Verdes tratarán de mejorar la cuantía de las ayudas destinadas a la agricultura verde y los populares mejorar la ayudas de garantía a la producción. En todo caso, la PAC 2023-2027 distará poco de lo que los ministros de agricultura han aprobado esta semana. Estamos, pues, ante el alumbramiento de una nueva política agrícola europea.