Hoy al salir a mi paseo matinal, estaba nevando y he podido observar a una pareja entrada en años, sorteando todos los semáforos en rojo. Me pregunto lo ilusos que somos pensando que el coronavirus, al igual que sorteamos el semáforo, va a desaparecer de nuestras vidas si lo estamos alimentando día tras día. Si ante un semáforo en rojo, nos saltamos la prohibición, cuánto más peligroso es ponernos ante un bicho al que no podemos ver, ni oler, ni sentir. Esto es un callejón sin salida; un poco hartos de la gente que hace oídos sordos. Un poco hartos, en definitiva, de no poder parar esta pandemia para salir vivos y airosos mirando hacia el futuro con ilusión.