Dentro del calendario social, el pasado 17 de octubre celebramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. El sustantivo y el adjetivo del titular son serios y preocupantes. Es una experiencia dramática y más en una situación de pandemia. Recuerdo aquellas palabras del arzobispo Hélder Cámara (1909-1999): “Cuando doy pan a un pobre, dicen que soy un santo. Cuando pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista”. Entiendo que es una observación atinada que este buen hombre luchó por erradicar la pobreza. Las injusticias sociales no nacen por generación espontánea sino que son la consecuencia del pecado del egoísmo humano que está incrustado en las entrañas del mundo. Con sólo dar pan al pobre no solucionaremos el problema. Se hace necesario también preguntar por qué el pobre no tiene pan y, luego, obrar en consecuencia, promoviendo una solidaridad real que termine con la lacra de las injusticias sociales que son la causa de tanto sufrimiento para tanta gente. Estas estampas de miseria social necesitan de protección social. Es fundamental la presencia de Cáritas como otros organismos no gubernamentales, pero es importante que este llamado “Estado del Bienestar” sea cada vez más solidario y de mano abierta en la acogida y en la reinserción social.Joxeagus Arrieta