Uno se pregunta por qué algunos quieren quitar el nombre de Don Lucas a la escuela del pueblo. Es que a mí me inquietan los porqués. Sólo puede ser por una de estas cuatro razones: por política, por envidia, por novedad o por ignorancia. Si fuera por política, habría que decir que haber nacido en un pueblecito de Burgos no es un pecado, al menos entre gente normal. La gente de Amurrio tiene otra idea más grande de la política. Por envidia sería por parte de los maestros que en algún tiempo creyeron que un maestro tan grande iba en perjuicio de ellos. Como si les estuviéramos diciendo: “Eso es un maestro y no vosotros”. Eso pudo ocurrir hace muchos años. Hoy, no.Por novedad consiste en cambiar de nombre porque hay que cambiar, por poner nombres nuevos, porque ahora se usa otro estilo de nomenclaturas. Pero entonces, por novedad habría que derribar el Coliseo de Roma y la catedral vieja de Vitoria. Esa razón es una disculpita que oculta alguna otra razón. Si es por ignorancia, habría que decir que Don Lucas era la persona más admirable que ha pasado por este pueblo, un maestro fuera de serie, un tío que vino con 21 años al pueblo, se casó aquí, tuvo tres hijos aquí, pasó la guerra aquí, los partidos comunistas le llevaban la comida a casa, murió en este pueblo y está enterrado en Larrabe. Y quitarle a este señor del medio es ignorar las reglas de sumar y restar. Quien quita a Don Lucas de su escuela merece que le saquen a patadas del pueblo. Yo no encuentro más razones. Y me sigo preguntando: ¿por qué?