Por supuesto que son momentos de crear empleo, pero el primer escalón es mantener los puestos de trabajo, con un planteamiento humano y realista, pero viendo personas y familias detrás de cada decisión, no sólo mayor o menor beneficio, o pérdidas asumibles durante un tiempo con la esperanza activa de recuperar en un plazo prudencial cuota de mercado o de clientes. Mantener puestos de trabajo no es nada fácil. Hay que asumir la situación, hacer números y, al menos, intentarlo durante un plazo prudencial. Nada sale sin esfuerzo, y lo saben bien los pequeños empresarios, que escuchan con frialdad y hasta desdén los 140.000 millones de euros que Bruselas va a proporcionarnos, o los millones que el Gobierno ha anunciado para ciertos sectores. No saben ni quieren saber de negociaciones entre Estados, declaraciones de políticos -“¿cuántos puestos de trabajo habrá creado en su vida este ministro?”, comentaba hace poco un pequeño empresario-, porque viven del día a día y son el mejor pulso de la realidad.Los pequeños empresarios viven con preocupación el recientemente aprobado Ingreso Mínimo Vital, que estiman tal vez necesario pero de modo temporal. Mientras, Pedro Sánchez se ufana de que un tercio de los españoles viven del Estado, y continuamente subraya Pablo Iglesias la necesidad de empleo público, en vez de dirigir su mirada y sus decisiones a esa economía real de las pequeñas empresas, el emprendedurismo, la iniciativa privada. El empleo es el mejor “subsidio”, pero el subsidio tiene más rédito electoral inmediato: sectarismo y votos lo explican.Son encomiables esos pequeños empresarios decididos a continuar, a abrir, por ellos y los trabajadores que dependen de ellos, conscientes también de que han de adaptarse al comercio digital o a los nuevos hábitos de consumo. ¿Con cuántos de ellos habrán hablado Pedro Sánchez o Pablo Iglesias? Menos televisión y más realismo.Jesús Domingo Martínez