El peor escenario para la eficiencia del servicio público sanitario vasco sería la utilización del mismo como palanca de desgaste del Gobierno desde la oposición política. Como ya sucediera en el pasado, con la OPE sospechosa que provocó el relevo del anterior consejero de Salud, se articula ya una campaña contra la actual dirección del Departamento y de Osakide-tza. No se ha aprendido nada de la exculpación a la que se llegó en el caso anterior; no se han escuchado disculpas por los reproches infundados al exconsejero Jon Darpon. O, peor aún, se ha aprendido que la demostración en sede judicial de la actuación legítima del Departamento no impide el linchamiento. Nada en aquella campaña de desprestigio a la que se sumaron los partidos de la oposición ha aportado mejoras en la calidad del servicio de salud. Ningún dato objetivo ha respaldado tampoco la insistente denuncia sindical y política de recortes en Osakidetza, que no ha hecho sino incrementar dotaciones económicas y de profesionales en los últimos 20 años. Sin embargo, el cese de cargos directivos de la OSI de Donostialdea resucita los mismos argumentos con la misma falta de objetividad pero muy útiles para crear estados de ánimo y preocupación ciudadana en el inicio del ciclo electoral. No hay razón para cuestionar el compromiso profesional ni la defensa de la sanidad pública de los jefes médicos de Donostialdea que han suscrito una carta pública. Pero sí cabe pedir la concreción que distinga sus afirmaciones de meros juicios de valor. Cuestionan el mérito de antigüedad en la elección de cargos de responsabilidad cuando lleva décadas establecido en el Acuerdo Regulador de las Condiciones de Trabajo del Personal de Osakidetza suscrito por los sindicatos. Deslizan sin datos la sospecha de maltrato a determinados territorios en asignación de personal y presupuesto. Reprochan a la direccion de Osakidetza su carácter jerárquico y es obvio que ha habido una discrepancia entre el criterio de organización y objetivos de esta y la gerencia cesada. Pero esta, igualmente jerárquica, debe ser evaluada y rendir cuentas sobre su desempeño armonizado con los objetivos fijados por aquella Dirección, como recoge la norma para las 13 OSI. Es preciso desactivar la escalada verbal, las estrategias políticas o corporativas porque el servicio, sus profesionales y sus usuarios merecen un debate sosegado y veraz; no interesado.