ste 2022 nuestro pueblo cumple 90 años celebrando el Aberri Eguna. Esta celebración, además de su carácter festivo y reivindicativo no deja de ser una cita importante para reflexionar sobre nuestro pueblo y su desarrollo desde una perspectiva local, europea y global. Somos un pueblo con vocación de aportar positivamente en el desarrollo humano global.

Más allá de la propia efeméride, sin embargo, es preciso destacar la coincidencia de múltiples aspectos entre aquella época histórica que dio comienzo a esta celebración y la actual. En aquel tiempo nuestro pueblo daba inicio a múltiples iniciativas constituyentes y de desarrollo con voluntad de articular en esta tierra una sociedad en clave humanista, así mismo el mundo se enfrentaba a serias desigualdades, graves tensiones económicas y confrontaciones bélicas. No era menor el deseo de superar la marginación a la que se nos sometía por nuestra lengua y nuestra cultura.

Este pueblo fue capaz de analizar, diseñar y articular iniciativas que sirvieran para aportar bienestar a nuestra sociedad. No en vano, las distintas propuestas de estatuto que se redactaron en la década de los años 30 hacían énfasis en la defensa de los principios humanistas más avanzados en su época. El programa del primer gobierno vasco, con el Lehendakari José Antonio Agirre a la cabeza, lo manifestó con claridad incorporando a su programa de gobierno la defensa de los derechos individuales y colectivos, mientras hacía frente a la guerra.

Es bien conocido que los años posteriores derivaron en un largo ciclo de persecución y eliminación de todo lo que significara continuar dando forma y contenido al hecho nacional vasco. Sin embargo, incluso en aquel contexto, no faltaron iniciativas con vocación de hacer país, tanto en lo cultural como en el ámbito intelectual, económico o tecnológico. Hoy en día no seríamos uno de los territorios con mayor desarrollo humano y cohesión social si nuestro pueblo no hubiera sido capaz de articular su voluntad de ser a través de iniciativas sólidas a todos los niveles.

Todo ello nos ha traído a donde nos encontramos actualmente. Aquellos que vaticinaban la muerte del pueblo vasco observan con sorpresa nuestra capacidad de avanzar y encontrar respuestas a los retos que nos depara el devenir de la historia, además de sumar nuevas voluntades con personas originarias de otras culturas.

La celebración del Aberri Eguna este 2022 presenta un contexto global lo suficientemente inestable y tensionado como para comprender que el mundo se enfrenta a importantes cambios.

La guerra se ha vuelto a instalar en las puertas mismas de Europa, lo que supone un claro desafío al orden internacional y a la voluntad de paz y concordia mundial, amenazadas por la gravísima advertencia de asistir a un conflicto dotado de armamento de destrucción masiva.

El frágil equilibrio global se ha roto con la invasión rusa de Ucrania, una agresión injustificable que supone una vulneración del Derecho Internacional basado en la prohibición del uso de la fuerza para violentar la voluntad soberana de un Pueblo y ocupar su territorio.

La agresión militar de Ucrania ha echado por tierra el derecho de aquel país a organizarse y a vivir según la libre determinación de su ciudadanía. No podemos olvidar que ya en 1991 Ucrania celebró un referéndum de independencia de la extinta Unión Soviética y el apoyo a la misma fue abrumador (votó el 92% de la población y el 82% lo hizo a favor de la independencia).

Pero la guerra no sólo ha afectado a aquella parte del planeta. La búsqueda un nuevo liderazgo internacional ha alterado el equilibrio en todo el globo y hasta realidades como la del Sáhara occidental, que desde hace ya 46 años transita en la búsqueda de una salida amparada por las Naciones Unidas que devuelva a su ciudadanía el territorio colonizado por Marruecos, ha visto cómo , al amparo de ese “nuevo orden”, su apoyo externo se ha visto menguado por la “realpolitik” de quienes han preferido sacrificar reivindicaciones justas por alianzas de seguridad.

Ucrania y el Sáhara son víctimas de esta coyuntura, como tantos otros pueblos en conflicto en todo el Mundo. Y en Euskadi haríamos bien en tener presentes estos ejemplos con los que no cabe otra respuesta que nuestra solidaridad y apoyo.

Bien es cierto que la escala de los cambios es global y nuestra dimensión resulta minúscula en dicho contexto. También es cierto que los cambios que enfrentamos nos interpelan para desarrollar una nueva agenda de país. No cabe duda de que nos hemos de situar como pueblo y como sociedad ante dichos retos. Nuestras capacidades analíticas, así como nuestro saber hacer sectorial y colectivo se tiene que manifestar de forma que articulemos las respuestas que precisa nuestro pueblo.

Necesitamos conformar una sociedad diversa y cohesionada, que dé respuesta a retos como el demográfico, el de los movimientos migratorios, el de la convivencia o el de las desigualdades. Pero también hemos de afrontar los profundos cambios que se avecinan en el modelo energético y productivo, o para llegar a ser resilientes ante las consecuencias del cambio climático.

Son elementos concurrentes que nos interpelan para que una vez más seamos capaces de encontrar respuesta de país. Todo ello ha de converger con agendas anteriores donde nuestra singularidad lingüística y cultural ha de poder llegar a los ámbitos donde se la excluye; nuestra cooperación inter-territorial también ha de reforzarse desactivando los dispositivos que la debilitan, nuestros sistemas de educación y de comunicación han de estar a la altura de estos tiempos.

Sabemos que no faltarán el debate de ideas, tampoco los disensos, pero en la misma medida sabemos que habrá que sumar voluntades y “hacer país” entre personas y organizaciones con distintos sentimientos de pertenencia. Los abertzales y soberanistas, herederos de aquellos que iniciaron y continuaron reivindicando con el Aberri Eguna sabemos que hemos de dar el primer paso, porque ningún otro lo hará en nuestro lugar. Se trata de la posibilidad de formular un nuevo tiempo para el hecho nacional vasco. * Los firmantes son: Naiara Goia (Directora del Laboratorio de Innovación Social Arantzazulab), Gorka Espiau (Director del Agirre Lehendakaria Center), Mireia Zarate (Presidenta de la fundación Sabino Arana), Iratxe Esnaola (Presidenta de la Fundación Olaso Dorrea) y Carlos Etchepare (Periodista miembro del grupo promotor de EH Batera)