oy se celebra a nivel internacional la Jornada Mundial por el Trabajo Decente (precisamente el objetivo nº 8 de los Objetivos 2030 de Naciones Unidas). Pero, ¿qué significa la palabra “decente” aplicada al trabajo aquí y ahora? Sintetizamos la definición siguiente: trabajo decente significa un trabajo que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer, un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.

El trabajo decente implica, por tanto, que todas las personas tengan oportunidades para realizar una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias; que ofrezca mejores perspectivas de desarrollo personal y favorezca la integración social.

Es obvio, por otra parte, que la situación ideal consistiría en que dichas características del “trabajo decente” estén inscritas en los valores, cultura y sistemas de gestión de las empresas, que son las que ofrecen la mayor parte de los empleos por cuenta ajena.

Ello es, precisamente, lo que hemos tratado de aplicar en el proyecto de Modelo inclusivo participativo de empresa, compartido por personas de diversas sensibilidades políticas, económicas y sociales, que surgió con el objetivo de buscar un modelo de empresa basado en la cooperación y en los principios y valores del humanismo, pero que fuera también por ello más competitiva y sostenible a largo plazo.

El Modelo está inspirado en el marco de valores siguiente:

1.- Igual dignidad humana de todas las personas que participan en el proyecto empresarial.

2.- Que potencie y aproveche los conocimientos, competencias y capacidades de las personas implicadas y que favorezca el desarrollo humano de sus protagonistas.

3.- Que busque un mayor equilibrio en el reparto de los recursos disponibles en la sociedad a fin de contribuir a una sociedad más estable y menos conflictiva.

Las características que se corresponden directamente con el desarrollo humano y profesional de las personas empleadas, así como con su aportación a la comunidad en la que se inserta la empresa, serían las siguientes:

1.- Modificar las prácticas de gestión y la cultura de empresa, en la que la transparencia en la información, la colaboración y la confianza entre todos sus miembros sean las columnas principales del proyecto, en aras de una mayor competitividad y sostenibilidad, lo que incluiría:

1.1.- Crear desde la dirección un clima de confianza mediante una política de transparencia informativa, con información regular a los trabajadores sobre las variables y políticas más importantes de la empresa.

1.2.- Implantar un modelo de gestión organizativo y participativo que fomente la participación de los trabajadores.

1.3.- Programar y desarrollar planes de formación sistemáticos, con objetivos concretos para los trabajadores, incluyendo en los mismos tanto formación técnica como formación de gestión.

1.4.- Impulsar políticas retributivas que no generen una excesiva desigualdad y favorezcan la cohesión social, siendo recomendable que la remuneración incorpore alguna participación en resultados susceptible de alcanzar a la totalidad de la plantilla.

1.5.- Establecer sistemas periódicos de evaluación y mejora continua de la satisfacción y necesidades de las personas que en ella trabajan.

1.6.- Priorizar (sin exclusividad) la promoción interna para asignar funciones de mayor responsabilidad.

1.7.- Avanzar decididamente hacia la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

1.8.- Buscar fórmulas que favorezcan la conciliación de la vida profesional y familiar de todos sin perjuicio del desarrollo empresarial.

2.- Avanzar hacia la superación de la dinámica de confrontación entre capital y trabajo mediante la creación de un clima de confianza en la empresa que permita la progresiva participación de los trabajadores en los procesos de gestión, así como en los resultados de la misma. Implicaría:

2.1.- Implantar sistemas de gestión participativos, con procedimientos y herramientas adecuados, que propicien la innovación y los cambios organizativos.

2.2.- Estudiar la creación de comisiones de vigilancia y control donde haya representación de todos los miembros de la empresa.

2.3.- Establecer fórmulas de participación con carácter variable de los trabajadores en los resultados.

3.- Preocupación por el impacto social de las actuaciones empresariales

e implicación en algunos de los problemas sociales del entorno, a través de:

3.1.- Mantener una política de honestidad fiscal, sin incurrir en el fraude y en la elusión fiscal y sin la utilización de paraísos fiscales.

3.2.- Participar en la reflexión, evaluación y, si cabe, implementación de las políticas sociales dirigidas a la integración laboral de los trabajadores menos cualificados

3.3- Dedicar un porcentaje de los beneficios a actividades de Responsabilidad Social.

En este Día Mundial especial, respaldado por la Organización Internacional del Trabajo (organización en la que no olvidemos participan los representantes de empresarios y trabajadores en condiciones de igualdad) recordemos esta aportación que supone, por otra parte, una contribución a la competitividad de las empresas y a su éxito a largo plazo. * Presidente de la Fundación Arizmendiarrieta