La polémica ha saltado estos días, la cifra lo dice todo, 15.000 teléfonos son espiados con Pegasus, el software de captación de información israelí. La empresa responsable de esta tecnología precisa la aprobación del poder ejecutivo para su venta, siempre a otros gobiernos. Su destino, en teoría, debería ser para atajar la delincuencia. Por el contrario, países de todo el mundo, incluidos algunos nada democráticos, lo utilizan para perseguir a sus conciudadanos. Políticos, periodistas y líderes de opinión son escudriñados por sus propios mandatarios. Es el universo en que nos toca vivir, mejor apaguen sus dispositivos.