n los últimos tiempos está quedando demostrado que las teorías de Zygmunt Bauman sobre lo que denominó “modernidad líquida” en los tiempos actuales están de plena actualidad.

Lo líquido se va adueñando de todo. Así, de una sociedad líquida surgía una política líquida y de ella, una gobernanza igualmente líquida.

Un ejemplo claro es lo sucedido en nuestro país las últimas horas.

Desde la mañana del miércoles 10 a las 10 horas, todo ha sucedido a una velocidad de vértigo, producto de la liquidez en la que estamos inmersos en la política actual.

Primero, el sorpresivo anuncio de la moción de censura presentada por C’s y PSOE contra el Gobierno murciano presidido por el PP. Al mismo tiempo, se abrían hipótesis de que fuera un movimiento de largo alcance, al que se sumarían otras en Castilla-León y probablemente en la joya de la corona, Madrid.

Todo parecía producto de la mente maquiavélica de un gurú de la política actual, Iván Redondo, que desde su atalaya de Moncloa teje y desteje a su antojo.

A partir de ahí, los teléfonos arden en la calle Génova, porque eso podría traer como consecuencia la pérdida casi absoluta de su poder autonómico, sólo con la excepción de Galicia, donde tiene mayoría absoluta.

Después del descalabro en Catalunya y el desgaste del Bárcenasgate, la decisión de su marcha de su icónica sede y los rumores de crisis internas auguraban el cuestionamiento del liderazgo de Pablo Casado.

Alguien en ese momento, probablemente el otro gurú en este caso de la derecha, Miguel Ángel Rodríguez, lanzaba su contraataque en forma de dimisión sorpresiva de Isabel Díaz Ayuso y por tanto, la onvocatoria de nuevas elecciones en Madrid para el próximo 4 de mayo. Queda para los historiadores venideros si informó previamente a su líder.

Pelea de gallos al nuevo estilo de esa política líquida que vaticinaba Bauman.

La táctica se imponía a la estrategia, los intereses partidistas a los colectivos. Mientras, fuera, el virus se frotaba las manos, sabiendo que mientras nos peleábamos entre nosotros le sacaríamos del punto de mira.

No importa la pandemia, tampoco la crisis económica en la que estamos inmersos, ni el sufrimiento de quienes la padecen, de los que luchan cuerpo a cuerpo contra ella, ni los sectores económicos arrasados, o los miles de puestos de trabajo destruidos y en peligro.

Sólo cálculos electorales, marketing, estudios demoscópicos. No se intuye ética para los no creyentes, ni moral para los que sí lo son, ni siquiera el mínimo escrúpulo a la hora de ejecutar sus ambiciones.

En esa política líquida todo vale y a las crisis sanitaria y económica se le une otra más profunda de valores.

Existen teorías de estudio de comportamiento humano a través de la expresión corporal. Así, ver el rostro de Ayuso en una rueda de prensa plagada de mentiras y manipulaciones no trasladaba la más mínima emoción, aunque sí se adivinaba en la breve charla que mantuvo con sus consejeros allí presentes antes de la misma.

Parecía que les estaba comunicando que todo el plan se ponía en peligro, por las mociones de censura presentadas a toda prisa por Más Madrid y PSOE.

Más despropósito añadido al ya existente, que sumía a la ciudadanía en un mar de incertidumbre y perplejidad.

¿Habrá elecciones o se debatirán las mociones? Los expertos se ponían en movimiento analizando leyes, reglamentos, sacando conclusiones diversas, en muchos casos contradictorias.

Entraban ganas de lanzarse en paracaídas en medio del desaguisado provocado y gritarles con enfado: ¡así no, señores y señoras políticas; así no!

En medio de una terrible pandemia y de crisis económicas, no toca. Lo que procede es buscar consensos para afrontar los próximos meses, especialmente el puente de San José y Semana Santa, agilizar el proceso de vacunación y atender las demandas de los sanitarios, que mientras ellos jugaban al Monopoly se encontraban de huelga en defensa de sus derechos, precisamente en Madrid y Catalunya.

Pero no, Redondo y Rodríguez han decidido dedicarse a esta pelea de gallos y, como consecuencia, meternos a todos en ella.

¿Qué va a pasar a partir de ahora? A la hora de escribir este artículo resulta arriesgado aventurar nada, aunque huele a que sea la justicia la que decida y ya se sabe cómo está.

Si acepta que la presentación de las mociones de censura prevalezcan, con el grado de enfado de C’s (hay que escuchar y leer a Aguado o Garrido), lo probable es que salieran adelante.

Incluso después del movimiento realizado por Carmena, sin necesitar los votos de Más Madrid y Podemos, ya que PSOE más C’s y los cuatro de Carmena dan.

Eso podría permitir repetir la jugada de Murcia y que el Aguado apesadumbrado de hoy, paradojas del destino, fuera el sustituto de una Ayuso para el desguace.

Después quedaría ver qué consecuencias va a tener para el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida. Ha sido patético verle pillado fuera de juego conociendo lo que estaba pasando literalmente por la prensa.

Al igual que le ha ocurrido a quien suena como más que probable sucesor de una Casado en horas bajas, Núñez Feijóo, que casualmente a esa hora se encontraba reunido con el ministro Ábalos ajeno al terremoto, tal y como se observó por la cara puesta ante la pregunta de una periodista en la rueda de prensa posterior.

En el caso de que se impusiera la celebración de elecciones, todo quedaría abierto. Pero adelantemos una hipótesis. Si el PSOE (Redondo-Sánchez) repite la jugada maestra del efecto Illa de Catalunya y pone como cabeza de cartel a Margarita Robles, la ministra más valorada en estos momentos, ese efecto Robles podría dar la vuelta a las encuestas actuales.

O como mínimo, obligar a Ayuso y el PP a tener que recurrir a Vox, probablemente a un precio mucho más alto, sin descartar su exigencia de entrada en el gobierno.

Da la sensación de que lo ocurrido esa mañana del 10 ha provocado que uno de los damnificados sea Pablo Casado, ninguneado en Murcia y probablemente en Madrid.

Quizás los únicos realmente informados hayan sido Iván Redondo y MA Rodríguez. Terrible pero cierto. Son quienes han convertido la política de nuestro país en una pelea de gallos, en un patio de colegio.

Mientras todo este culebrón se daba en la capital del reino, Catalunya hierve como consecuencia de dos decisiones que van a marcar su devenir. El levantamiento de inmunidad aprobado por el Parlamento Europeo a Puigdemont, Comín y Ponsatí, a lo que hay que añadir que se le haya quitado el tercer grado al resto de presos de procés, entre ellos Junqueras.

Mientras, continúa contra reloj la negociación para echar a andar el próximo Govern y la composición del Parlament que se constituye hoy.

Las declaraciones del portavoz parlamentario de ERC en Madrid, Gabriel Rufián, adelantan malos tiempos en su relación con el PSOE después de estas noticias.

A pesar de otra jugada diseñada desde el gurú de la Moncloa, para que Podemos se haya desmarcado a la hora de votar en contra de la propuesta aprobada en el Parlamento Europeo, quizás para visualizar que no se debe castigar al gobierno en su conjunto.

Pero todo lo sucedido puede dar lugar a un nuevo escenario. Si el movimiento de C’s no es puramente táctico sino que tiene elementos estratégicos, si su decisión fuera apoyar al Gobierno a partir de ahora, los votos de ERC serían mucho menos imprescindibles.

Quo vadis política? ¿Dónde vas? Con toda probabilidad, a la degradación y el fracaso.

Nuevos tiempos se abren en esta política líquida, aunque quizás el análisis que vale para hoy deje de ser útil apenas 24 horas después. Veremos. El autor es ex parlamentario y concejal de PSN-PSOE