oncha de la Fuente es la directora de la agencia de la ONCE de Vitoria; Leidy Aldana está en su último año de la carrera de Traducción e Interpretación; Enara Alcalde acaba de entrar en la universidad, para estudiar Filología Inglesa; Mariana Senzano es una joven vendedora de cupones; y Ángela Oribe está retirada pero desempeña labores de voluntariado, ayudando a quienes lo necesitan. Todas ellas son mujeres fuertes y valientes, con un nexo de unión, la ONCE, que las ha convertido en una gran familia. Del camino que las ha tenido hasta aquí han hablado con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Enara, por ejemplo, está muy involucrada en el activismo a través de las redes sociales. Se sumergió en el universo online muy joven, con catorce años. "No soy verdaderamente consciente de que haga activismo", sonríe ella. Además, este año ha comenzado la carrera de Filología Inglesa, porque la literatura es "muy importante" en su vida. Lleva leyendo desde que era muy pequeña; "mi madre empezó a leerme incluso cuando estaba embarazada, y a mí siempre me ha gustado leer y escribir", reconoce.

Leidy, por su parte, llegó a España con tan solo tres años desde Colombia, y ONCE la acompañó en el ámbito educativo, pero también en el social. Ahora, se reivindica como feminista, aunque asegura que "muchas veces no me veo representada en la agenda feminista general, o en los propios debates feministas. Se habla de las mujeres, pero somos diversas, porque también somos personas con discapacidad o con diversas variantes y creo que no estamos del todo representadas", incide.

Ella está muy involucrada en este mundo, del que destaca que "nosotras mismas desde el movimiento asociativo decimos que tenemos que levantar la voz, y decirle a las demás mujeres y a la sociedad las necesidades concretas que tienen las mujeres con discapacidad, en este caso, visual". Para ello, aporta un ejemplo; "cuando hablamos del acoso de las mujeres en la calle y temas recurrentes como los piropos, yo puedo hablarte de otro tipo de acoso como el de no saber exactamente quién te está siguiendo por la calle porque no le ves. O según en qué horas, porque sabes que al no ver estás más expuesta. Estos temas en el debate general no salen; se quedan en algo más superficial".

Ella, en ese sentido, reivindica no solo que hablen de su situación, sino que les dejen hablar. "El paternalismo es que hablen por ti, pero nosotras tenemos voz y ya es hora de que nos escuchen, o que nosotras mismas nos hagamos escuchar". Todas tienen algo que aportar en este debate, porque Concha, por ejemplo, añade que no se puede realizar ninguna agresión, "pero si a esto se suma que puedes escuchar unos ruidos y no ves lo que tienes a tu alrededor, te sientes mucho más vulnerable y agredida, porque te entra un pánico tremendo. Te sientes mucho más indefensa".

Leidy, en ese sentido, aprendió de sus amigas. "A veces, depende de en qué zona fallas, vas hablando por teléfono con ellas, o con algún familiar, y así en caso de que ocurra algo te están escuchando"; y Mariana, se suma para añadir que tiene "mucha precaución" al ir por la calle, porque además trabaja en la venta y tiene que tener un cierto cuidado. "Me ha pasado por la zona del Boulevard de estar caminando y un chico seguirme. No sabes cómo reaccionar y lo que te queda es seguir y no demostrarle a esa persona ese miedo".

Además, todas ellas destacan que la discriminación se da en muchos aspectos y por muchas razones, y que hay un "índice altísimo de violencia contra la mujer en el mundo de la discapacidad, porque hay muchas maneras de maltrato; no solo el físico".

El Covid-19 también ha tenido su efecto en el día a día de estas cinco mujeres, en las tareas que desempeñan cada día. Así, Leidy y Enara han notado cambios en su rutina universitaria. Enara, por ejemplo, que acaba de pasar a esa nueva etapa académica, relata cómo ahora no va todos los días presencial. "Cuando empezó la pandemia vi que socializar iba a ser más complicado". En su caso, acude cada tres semanas de manera presencial, aunque ahora tiene dos asignaturas en las que como los grupos son más reducidos irán cada dos semanas. También ha notado cambios en el hecho de socializar, porque sus compañeros sí han salido un par de veces pero ella no ha querido debido a la pandemia. "Sentía que no era el momento", afirma.

Mariana también lo pasó "bastante mal" al principio, pero más que por el virus, por las consecuencias que iba a traer consigo. Ella empezó a vender un mes antes de la pandemia, pero subraya que "estar en la calle me ha venido muy bien a nivel personal y de vendedora". Empezó con "bastantes nervios", pero ahora reconoce que está "muy contenta".

Sin embargo, es consciente de las alteraciones que ha provocado este virus, porque al principio "pensaba que la gente no me iba a ofrecer esa ayuda que antes me daba o que en el transporte público iba a tener que tocar todo, porque es así como vemos las cosas". Sin embargo, recuerda que tenía ganas de salir para respirar aire fresco y retomar el contacto con la gente. Además, demuestra que nada le para. Rememora el viaje que hizo hace unas semanas con su pareja a Lanzarote, un periodista también afiliado a la ONCE, e incluso les hicieron un reportaje en la televisión local.

A Leidy le ha sorprendido que la gente sí se está acercando a ayudarla, lo que da "mucha seguridad", pero recuerda que viene "muy bien" la campaña de la ONCE de "no tocar, verbalizar, porque da tranquilidad. Ayudan pero nadie se arriesga".

Ángela , por su parte, estuvo atendiendo a personas en el servicio de voluntariado, acompañando a compañeros que tienen más necesidades. Ella recuerda que la experiencia es "muy bonita", pero es "un poco dura. Impone, porque tienes que ir con esa persona, lavarse ella y tú cada vez que entráis a un sitio, pero todo lo que sea ayudar, mientras podamos lo haremos".

Concha también hace ese acompañamiento, y durante el confinamiento tuvieron que adaptarlo a las circunstancias, pasándolo al teléfono. Hizo más de 400 llamadas, pero reconoce que "se hacía duro, porque tienes que darlo todo para ayudar a la persona que está sola, se tiene que sentir acompañada y segura". Aquí en Vitoria se congratula del equipo que tienen, siempre dispuesto a ayudar, y Ángela añade que esas llamadas han servido de ayuda para pasar mejor el día, para sentirse acompañados. En ese sentido, también se han puesto al día en materia tecnológica, porque esta pandemia ha supuesto un empujón para dar ese paso, ya que la brecha digital sigue siendo, aún hoy, una realidad.

Leidy y Enara también hacen activismo por redes sociales para dar a conocer los audiolibros y destacar su importancia. Ambas reivindican asimismo la poca accesibilidad de los audiolibros y los ebooks, porque "hay algunas editoriales que no hacen ebooks y me siento excluida", asegura Enara, que a través de su Twitter y sus redes sociales da buena cuenta de todas estas cuestiones. "Quiero que me den un argumento sólido de por qué yo que soy ciega no puedo leer un libro al mismo tiempo que una persona vidente", pide.

Leidy coincide con esta afirmación, y añade que "con estas iniciativas que hacemos creamos conciencia, porque la gente vidente se indigna contigo, personas desconocidas". Y es que las cinco se vuelcan en cada cosa que hacen, y van a seguir trabajando duro para hacer sus sueños realidad.