uando charlas con Sofía Rodríguez se transmite la alegría. Quedo con ella para que me cuente la bonita iniciativa que ha impulsado en el momento en el que estamos dejando atrás el confinamiento más estricto. Un duro encierro que ha abocado a una soledad no deseada a muchas personas mayores y personas vulnerables. Hablamos por teléfono y me deja intuir que se trata de una persona optimista, luchadora por el bien común. Media hora más tarde, descubro a una mujer que, además de amar su profesión, se ha implicado en hacer más llevadera la falta de visitas de muchos de nuestros mayores que viven en las residencias.

Y lo ha hecho con algo tan sencillo como es la recogida de aparatos de radio que sirvan de compañía en las largas horas del día. “A finales de marzo me di cuenta de que muchos de nuestros mayores no disponían de aparatos de radio o de televisión para poder estar entretenidos y acompañados en sus habitaciones”, me dice. La crisis sanitaria no sólo había pospuesto las visitas de los familiares, sino que hizo desaparecer también las zonas comunes de estancia en el interior de las residencias, con lo que el aislamiento de los ancianos ha sido doble. Y eso que, durante semanas, toda sociedad alavesa hemos sido conscientes de los esfuerzos que muchos y muchas trabajadores de las residencias han hecho por acercar a las personas mayores a sus seres queridos con llamadas constantes y videollamadas, por ejemplo. “Pero al final, somos personas de contacto y todo lo que sirva para poder aliviar esa soledad, bienvenido sea”, indica Sofía.

Así, esta joven animadora sociocultural y técnica en atención sociosanitaria en una residencia privada de Vitoria-Gasteiz, se puso manos a la obra y con un sencillo diseño, puso en circulación un boceto su idea a través de la redes sociales. “En cosa de 24 horas ya estaba recorriendo un montón de calles de nuestra ciudad para recoger aparatos donarlos por los ciudadanos y cubrir esa soledad de los mayores”, señala.

Cuando hablamos lleva contabilizados más de 600 aparatos de radio y, de seguir el ritmo de recogida, puede haber superado ya el millar. De hecho, la respuesta ciudadana fue tan elevada que se vio obligada a solicitar ayuda al Servicio de Mayores del Ayuntamiento de la capital alavesa “para ver si podían echarme un cable en la logística y poder cubrir todo como se merece”. Mención especial a la colaboración del hotel Jardines de Uleta, que le hizo llegar cien aparatos de radios; y la firma Victofer, tres televisores.

Tecnología de las comunicaciones han existido, y existen muchas, pero la Radio sigue teniendo un poder de acompañamiento inigualable. Es la Radio con mayúscula. La misma que, a estas mismas personas mayores, acompañaba en sus hogares cuando eran jóvenes. Tiempos difíciles, también, provocados por la guerra civil y una dictadura que abocó a la sociedad a tener que mantenerse informada a través de la radio. La llegada de la televisión, inicialmente para las clases altas, no restó su poder de influencia y, hoy en día, sigue manteniendo ese carácter de acompañamiento.

“Antes no nos podíamos ni plantear que este tipo de iniciativas podían hacerse. Y hemos necesitado de una pandemia para darnos cuenta de estas pequeñas necesidades tan básicas que surgen”, me indica. Una reflexión que le lleva a una segunda: “lo que estamos viviendo también tiene que ayudarnos a hacer una especie de introspección y análisis sobre si se está prestando la atención que se merecen nuestros mayores, si los trabajadores sociales les conocen. Reflexionar de manera algo más profunda”.

Psikopombo

Sofía descubrió un día que su vocación no era ser diseñadora gráfica como había estudiado. Hizo caso a su interior y comenzó a dar conciertos para personas mayores a fin de entretenerlos durante en verano. Y completó su formación con el título de técnica sociosanitaria y animadora sociocultural. “Y desde entonces he compatibilizado todo”, me dice.

“Para intentar mejorar algunas estructuras y enriquecer la base de los mayores tienes que estar dentro del sector para conocerlo. Hay que escuchar a las personas mayores, conocerles, entenderles. Porque no se trata sólo de personas mayores en una residencia. Debemos saber cómo es su día a día. Cómo sienten. No te puedes meter profe de mates sino sabes mates”, asegura.

Y, así, nació su proyecto Psikopombo. La palabra psicopompo procede del griego psyche, ‘alma’; y pompós, que significa ‘guía’. En las diferentes mitologías el psicopompo es el ser que conduce las almas de las personas fallecidas al lugar que le corresponde. “Estaba leyendo un libro de cultura clásica y me pareció bonito el nombre. Además pombo me recuerda también a los latidos del corazón (ríe)”, me explica.

A través de un semillero de empresa impulsado por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, realizó unos cursos de emprendimiento social. Y se dio cuenta de que se podía enriquecer de alguna manera el sistema de entretenimiento y de las experiencias emocionales. Fue el embrión de lo que hoy es Psikopombo.

“Es dejarte escuchar un poco y sentir lo que quieres hacer. Y hacerlo. Yo estoy supercontenta. No he parado. Ha habido momentos muy duros. Pero estamos, que no es poco”, señala. Además de ella, Psikopombo cuenta con otras dos mujeres para su desarrollo. Blanca Pastor para la gestión; y Elsa Garrido, responsable del lado terapéutico dentro de lo que son los talleres La historia de tu vida dentro de una canción. Un nuevo proyecto, bonito, del que oiremos hablar enseguida.

Desescalada

Hoy, 1 de junio, la realidad ha cambiado mucho desde que entrevistara a Sofía a principios de mayo.

Entonces, coincidió con el primer permiso para que las personas mayores residentes sin coronavirus pudieran salir a los jardines de las propias residencias, a fin de poder ver y saludar a sus familiares, quienes, eso sí, se tienen que mantener siempre fuera del recinto

La fase 2 de la desescalada iniciada a principios de la semana pasada también ha flexibilizado nuevos supuestos de visitas. Así, hoy ya está permitida, siempre en la medida que los centros estén preparados para ello, las visitas en residencias a las personas mayores que presentan demencias y cuya situación cognitiva les impida comprender la situación. Asimismo, se permiten las visitas cuando los mayores sufran situación psicoemocionales y los equipos profesionales de los centros consideren que su bienestar puede mejorar si se evita el aislamiento social. En estos supuestos, las visitas se realizarán con cita previa, y siempre que la persona allegada no tenga síntomas de la enfermedad.

Para la fase 3 de la desescalada, está prevista la vuelta de las visitas más normalizadas de familiares en las residencias para personas mayores, bajo condiciones estrictas de prevención y seguridad, y siempre en función de la evolución de la situación en los centros y en Euskadi en relación con el covid-19. Un alivio para familiares y personas mayores que permitirá aligerar el duro confinamiento vivido. En todo caso, cuando la visita termine estas personas no estarán del todo solas. Tendrán siempre, en su habitación, una radio que les haga compañía. Y será gracias a Sofía.