as personas que firmamos este artículo nos hemos visto afectadas directamente por la pandemia del coronavirus al perder familiares a consecuencia de la misma. Por las especiales circunstancias que han rodeado la muerte de nuestros familiares, no hemos podido realizar el duelo de manera adecuada y en algunos casos no hemos podido tampoco despedirnos de nuestros seres queridos, algo que entendemos pero que no por ello deja de sernos doloroso. Tal vez por eso, nos sentimos especialmente dolidos por la falta de transparencia y las dudas surgidas respecto al número de personas fallecidas en Gasteiz a consecuencia de la epidemia, que no son sólo números sino personas con nombres y apellidos, algunas de ellas nuestros familiares directos.
No culpamos a nadie por su muerte, pero sí exigimos, para poder realizar el duelo de forma adecuada, la mayor transparencia posible al respecto de su fallecimiento. No hemos hablado hasta ahora pues podíamos pensar que nuestra experiencia personal era excepcional. Cuando a algunos de nuestros padres o madres, suegras o suegros, abuelos o abuelas, que tenían todos los síntomas de la pandemia, que hablando con sus médicos nos decían que no había duda, que se les enterraba con el protocolo de seguridad específico de personas muertas por coronavirus… y que, sin embargo, no contabilizaban como tales en las estadísticas oficiales al no habérseles hecho la prueba pertinente. Esto sucedía en residencias, pero también en domicilios particulares.
Sin embargo, al conocer las cifras totales de enterramientos en Gasteiz (tras la petición de datos del Ministerio de Justicia) y saber que en el mes de marzo han sumado 384 fallecidos, es decir 220 más que la media de los últimos años.
Cuando leemos que sólo se adjudican 133 muertos a la pandemia en ese mes, nos damos cuenta de que las cifras oficiales no reflejan la realidad, sino que, trágicamente, es mucho más abultada en cuanto a las cifras de víctimas producto del coronavirus. Por tanto, deducimos que nuestro caso está bastante más extendido de lo que pensábamos y es por eso que decidimos salir a la luz pública para denunciar esta falta de claridad, pues tanto nosotras y nosotros como familiares, como el conjunto de la ciudadanía de Gasteiz tenemos derecho a la verdad.
Así mismo, nos incomoda también la falta de humildad y autocrítica de determinados portavoces que parecen más preocupados por dar una imagen política y corporativa de eficacia que de ser sinceros y reconocer los errores cometidos. No entramos a valorar aquí la magnitud de esos posibles errores: falta de previsión, improvisación (por no utilizar adjetivos más graves) y entendemos también que esto no está siendo fácil para nadie, aunque obviamente no todos tenemos las mismas responsabilidades. A lo que sí nos sentimos legitimados e impelidos es a exigir que se reconozca, sin maquillajes estadísticos, la crudeza de la pandemia en cuanto al número de fallecidos, muchos de ellos producidos en residencias, que se han convertido en la zona cero de la pandemia, pero que no podemos consentir que sea también su zona oscura. Tanto por una exigencia ética como también por la necesidad de contar con datos fiables de cara a la prevención de posibles pandemias futuras. Estamos convencidas de que la transparencia y la verdad es la mejor manera de gestionar esta crisis.
Para terminar, queremos enviar un caluroso abrazo al personal socio-sanitario que ha cuidado de nuestros familiares en sus últimos días.
Firman también el artículo Imanol Pradells, Esther Retegi, Iñaki Lauzurica, Danel Pradells, Mikel Lauzurica, Edurne Portilla y Gabriel Valenzuela