n el difícil contexto que está viviendo nuestra sociedad, pocas serán las reseñas hoy en medios de comunicación y tertulias sobre el importante paso que hoy hace 3 años dio el proceso de resolución de las consecuencias del ciclo de violencia: el desarme civil de ETA.

Es comprensible porque, en esta situación de crisis sanitaria, todo lo demás ha pasado a un segundo plano. Sirva este artículo para sentirnos orgullosos como sociedad civil de nuestra capacidad colectiva para superar dificultades y buscar soluciones innovadoras y para tener confianza en nuestra capacidad de aprender y construir un futuro mejor. Es esta la principal lección que obtenemos del complejo proceso de resolución que nos esta tocando vivir.

El Foro Social Permanente se presentó en 2016, en un contexto de “bloqueos múltiples”, cinco años después de la Conferencia de Aiete. Entonces constatamos que las condiciones estaban ya reunidas para avanzar en un desarme de ETA, de la mano de la sociedad civil, e instamos a aprovechar la XI. Legislatura del Parlamento Vasco que se iniciaba entonces para dar un empujón definitivo a la resolución del conjunto de las consecuencias del ciclo de violencia.

Honestamente, con perspectiva, ¿alguien podía imaginar todo lo que hemos avanzado desde aquel contexto de bloqueos de 2016? Hay que hacer un balance de avances indiscutible, pero también con luces y sombras.

Se ha producido el desarme civil de ETA, completo y verificado, y la disolución de esta organización, verificada por la comunidad internacional. Se han construido consensos políticos, sindicales y sociales, inimaginables hasta entonces, en primer lugar, sobre el derecho de todas las víctimas de todas las expresiones de violencia a la verdad, la justicia y la reparación; en segundo lugar, sobre la necesidad urgente de superar la fase de excepcionalidad penitenciaria y la aplicación de una política normalizada a las personas presas y, finalmente, la sociedad en su conjunto ha dado pasos decididos en la construcción de la convivencia democrática.

Y podemos afirmar con orgullo que la sociedad civil ha sido, hemos sido, un actor determinante en esos avances. Ha sido el aceite en un motor que se gripaba demasiado a menudo. Recordemos Luhuso, tres escasos meses antes de Baiona.

Tanto es así que hoy en día el modelo civil de resolución vasco es una referencia y un modelo de estudio entre los agentes internacionales que trabajan en resolución de conflictos. Y mientras “fuera” es una referencia, aquí sigue presente el debate recurrente sobre si existe un “proceso de paz”. Debate alimentado desde las trincheras aún existentes.

Los datos, sin embargo, son claros: en el estudio de febrero del Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno Vasco, a la pregunta “¿En su opinión, en qué estado se encuentra el proceso de paz en Euskadi?” Ahora, un 55% cree que está avanzando, mientras que en 2014 este porcentaje apenas era del 28%. Por contra, ahora cree que el proceso está estancado un 38%, cuando hace apenas 6 años éstos eran amplia mayoría (58%). Es decir, la percepción ciudadana es que existe un proceso de paz en curso.

Detrás de las “luces” hay dos razones principales: por un lado, las víctimas no organizadas de las diferentes expresiones de violencia que, haciendo un enorme ejercicio de generosidad, nos vienen marcando un camino de reconocimiento mutuo entre ellas. Y en segundo lugar, la sociedad civil ha sido motor y la ciudadanía en su conjunto ha apoyado los pasos dados en la resolución y no comparte los bloqueos que aún perduran.

Por otra parte, en cuanto a las “sombras”, citaremos dos: la primera, constatamos con frustración que, pese a los importantes consensos parciales anteriormente citados, se ha producido un bloqueo en la ponencia del Parlamento Vasco sobre memoria y convivencia, que ha impedido una resolución final integral. No se han producido avances entre los partidos políticos en los necesarios consensos mínimos para la construcción de una memoria crítica inclusiva, lo que algunos se empeñan en denominar la “batalla del relato”. Constatamos que en la cuestión del relato, el legítimo debate inter-partidario es como una noria que viene repitiendo los mismos argumentos, incapaz de avanzar, mientras condiciona avances más decididos en el resto de cuestiones.

El segundo se refiere a la posición mantenida por el Gobierno Español. Las principales dificultades que ha tenido, y aún tiene, el proceso de resolución, están ligadas a la posición mantenida por los Gobiernos que ha habido en este periodo.

El periodo 2016-2018 vino marcado por el inmovilismo del Gobierno de Rajoy. En cuanto al Gobierno Sánchez, durante sus primeros 18 meses se tomaron iniciativas en la cuestión de las personas presas pero que, al ser estas tan tímidas, han generado frustración en sus allegados. Sin olvidar que durante ambos periodos han persistido algunas inercias que responden a un pasado ya superado.

Evidentemente quedan tareas por hacer, nudos por soltar, que no podemos olvidar: 1) terminar con la discriminación que todavía persiste en el trato entre las diferentes víctimas; 2) la definitiva desactivación de la excepcionalidad penitenciaria y 3) el impulso desde los espacios sociales de la construcción de una memoria crítica inclusiva, que respete todos los relatos.

Para concluir, estas semanas de confinamiento hemos visto que la sociedad civil se ha auto-organizado para dar respuesta a problemas y necesidades inmediatas que las instituciones no podían o eran incapaces de resolver. Las personas, su salud, cuidarnos mutuamente, ha pasado a ser central.

Pero también queremos subrayar que en situaciones límite hay que cuidar en extremo la convivencia como instrumento necesario para la cohesión social.

Hemos visto estos días imágenes de vulneración de derechos y actitudes autoritarias y de cierta prepotencia en responsables políticos. Imágenes y actitudes que han encontrado comprensión en ciertos sectores de la opinión pública. Son realidades preocupantes que, de consolidarse, nos pueden llevar a situaciones de recortes de libertades que nuestra sociedad ya conoció en un pasado no tan lejano.

Cuando salgamos del túnel nada va a ser igual. La sociedad que salga de esta situación va ser menos permisible con las posiciones intransigentes, con las posiciones de trinchera, con los debates que bloquean los avances. También en la cuestión que nos atañe en este artículo. Los nuevos comienzos ofrecen oportunidades inmensas para construir un futuro mejor que aprenda de los errores del pasado.

Los autores son portavoces del Foro Social Permanente