s el plante de la plantilla de Mercedes, no el murmullo de quienes quieren mantener la producción cueste lo que cueste. Es el sobreesfuerzo de quienes trabajan en Osakidetza, no el discurso estéril de un rey impuesto. Es el paso dado por miles de vecinos y vecinas para formar parte de las redes de cuidados, no el vagar sin sentido de vehículos militares por la ciudad. En estos días oscuros en los que lo anómalo se ha vuelto norma, lo excepcional brilla con luz propia. Son imágenes de coraje, de protección, de imaginación. Muestran la potencia de las soluciones comunitarias, superponiéndose a una lógica militarista que llega desde el exterior.

En situaciones de emergencia, y la impuesta por el Covid-19 no es una cualquiera, siempre hay quien, bajo la apariencia de una supuesta neutralidad, trata de imponer una determinada visión y programa político. Mientras se decretaba el Estado de Alarma, se nos decía que “esto no es una cuestión de fronteras”, precisamente dos días antes de que se cerraran los pasos con Portugal, Marruecos o el Estado francés. ¡Claro que es una cuestión de fronteras! ¿Cómo entender si no que el mismo día que comenzaba el confinamiento en Hego Euskal Herria se abrieran las urnas en Ipar Euskal Herria? ¿Cómo entender que no se cerrara Gasteiz mientras se expandía el dichoso virus? Dicen que todo se ha hecho según las recomendaciones de las mejores personas expertas en la materia. Es curioso, sin embargo, cómo aparecen matices relevantes entre sus recomendaciones, matices supeditados a los intereses político-económicos de cada administración.

Las medidas se han tomado en los contornos del Estado y de cada Estado, por encima de las decisiones de responsables regionales (periféricos y subordinados). No importa si Cataluña había pedido un cierre o si en la CAV se había decretado una emergencia sanitaria. Mismas medidas para todos y todas, a brocha gorda. Y una escenificación militar de la situación, con Sánchez a la cabeza, hablándonos de “frente sanitario” “de batalla contra el virus” o de “victoria final”, como si en lugar de con recursos sanitarios y cuidados mutuos, fuéramos a parar al virus a cañonazos. Y claro, de ahí al despliegue militar solo faltaba un pequeño paso. Muchos años y recursos invertidos en alimentar la UME (Unidad Militar de Emergencia), como para dejar pasar la ocasión de pasear a los militares aparentando fuerza en esta “guerra”.

Sin embargo, es obvio que en este país existen sobrados efectivos de seguridad para implementar cualesquiera medidas que se acuerden. Es más, es necesario subrayar la madurez mostrada por nuestra sociedad, siempre por delante de sus autoridades, tanto a la hora de comprender la seriedad de la situación como en la propensión a la colaboración y al cuidado mutuo. Como ejemplo, ahí están las más de 2.000 personas inscritas en pocos días en la red de ayuda mutua de Gasteiz. El sentido de protección civil, por encima de la obligación militar. Basado en la cooperación y la coordinación, posibilitando complementar iniciativas populares con las institucionales. Llama mucho la atención que en una Araba y, sobre todo, en una Gasteiz necesitada de recursos socio-sanitarios, el primer recurso que nos envía el estado sea el militar.

En cualquier caso, la preocupación persiste y la situación es complicada tanto en Araba como en Gasteiz. El sistema sanitario está al límite hoy por hoy. Siendo conscientes de que existen planes de contingencia desde Osakidetza, EH Bildu quiere hacer dos proposiciones concretas a Lakua.

En primer lugar, que los hospitales privados se pongan al servicio de la sanidad pública en su totalidad. Al menos, de momento, para que el resto de las urgencias y las patologías no relacionadas con el Covid-19 puedan ser tratadas ahí. Lakua tiene ya la competencia para ello, y se debe tomar esta medida más pronto que tarde. En segundo lugar, viendo que los recursos sanitarios están tocando techo, es urgente poner en marcha el edificio de Servicios Generales cuya puesta apertura se esperaba antes de finalizar el año, al menos la UCI allí prevista. No podremos construir un hospital en diez días como en China, pero cuando menos debiéramos poder habilitar, siquiera en parte, un edificio que está construido.

En otro orden, nos gustaría felicitar a la población alavesa por la actitud responsable y ejemplar mostrada ante esta crisis. Una y otra vez se han adelantado a las autoridades a la hora de tomar medidas que mitigaran el avance de la enfermedad. Antes de que llegaran las medidas de Lakua, muchos negocios hosteleros y tiendas habían cerrado para evitar riesgos. Antes de que llegaran las órdenes de confinamiento, se habían comenzado a organizar las redes de ayuda, poniendo el cuidado y la solidaridad en el centro del tablero. Son miles las personas organizadas en torno a estas redes. Y, cómo no, ante la dicotomía planteada entre producción y protección de la salud, las y los trabajadores han tenido claro que primaba la salud y, en base a esa prioridad, es encomiable es esfuerzo realizado por quienes han logrado que, entre otros muchos centros de trabajo, parasen Mercedes, Tubos Reunidos o Aernnova.

Por otro lado, nuestro agradecimiento más especial para las y los profesionales que han sido y son el sostén principal en estos momentos difíciles. Para todo el personal del sistema de salud, estos sí al pie del cañón. También para todas aquellas personas que, con denodado esfuerzo, siguen sosteniendo los servicios esenciales de la comunidad; las cadenas que mantienen en pie el sistema de alimentación, las farmacias, los servicios sociales, el transporte, la limpieza…

Es fundamental que todas las personas que están dando lo mejor de sí y mantienen la actividad esencial dispongan de los Equipos de Protección Individual necesarios, especialmente quienes están en contacto con las personas enfermas. Quienes nos están cuidando necesitan esa protección, y ahora la prioridad para las instituciones es garantizar esto. Es importante tener claro, en este momento, que la salud individual y colectiva está por encima de todo, y que la esfera económico-productiva debe quedar supeditada a este fin. Y una vez que se supere la crisis sanitaria, tocará desplegar el compendio de medidas para paliar los efectos económicos, siempre bajo el paradigma de “las personas primero”.

Un último apunte. En el futuro que nos tocará construir después de todo esto, las miles de estampas de responsabilidad y solidaridad atisbadas estos días han de constituirse en la base de la nueva normalidad. Que los valores desplegados por quienes han dado lo mejor de sí mismas en los hospitales, en los servicios de atención, en los puestos de trabajo y en cada casa, se conviertan en el norte de nuestra brújula social. Que este ejercicio de responsabilidad colectiva no sea más que el prólogo del futuro que nos toca escribir.El autor es cabeza de lista de EH Bildu por Araba para las elecciones de la CAV

omo nos ha recordado, en uno de esos videos que hoy circulan por las redes, el director de la productora Infinito +1, las películas de desastres y catástrofes siempre tienen dos tipos de protagonistas, el héroe y el antihéroe. El antihéroe se caracteriza por quejarse siempre y de todo y por buscar culpables sin mover un dedo, y cuando hace algo lo hace tarde y mal; por el contrario al héroe se le conoce porque es reflexivo, se para un momento y toma la decisión acertada. Y por supuesto para cuando el antihéroe va, el héroe ya vuelve. Bien pues esta descripción es muy válida para lo que en esta crisis del coronavirus estamos viviendo. El último episodio con el texto que ha circulado por las redes “rasgándose las vestiduras” porque el obispado no ofrecía el gran edificio del Seminario Diocesano.

Vayamos por partes, y cronológicamente. Para cuando este texto ha circulado los responsables del Seminario y Osakidetza ya habían hablado del tema. Vamos con el texto de marras y sus imprecisiones.

“El edificio fue construido para alojar a 600 alumnos, aunque en algunos momentos llegó a albergar algo más del millar de seminaristas en sus 678 habitaciones”. Cierto, pero las condiciones de quienes fueron alojados en lo que se llamó “Siberia” y “Corea” separados por simples biombos de tela no creo que sea lo más aconsejable. Cuando el número de seminaristas fue tan grande se habilitaron los desvanes como alojamiento.

“Txagorritxu está a punto de colapsar, no hay habitaciones y el antiguo Seminario de Álava está a 100 metros vacío y aún no he oído que el obispado lo haya ofrecido..... Cientos de habitaciones con los médicos y enfermeras a 100 metros”.

1º, no son 100 metros, es poco más; 2º no está vacío, luego os diré la ocupación actual, 3º Ya no hay cientos de habitaciones.

“Organizando el acondicionamiento en una semana se podrían tener habilitadas las habitaciones para los casos menos graves, el tiempo justo para llegar al colapso de Txagorritxu”.

Dada la situación actual del edificio ni los chinos en una semana serían capaces no de acondicionar sino de transformar el edificio en hospital provisional. Hoteles y otros edificios públicos y privados reúnen condiciones mejores que el Seminario Diocesano hoy. Cierto que en tiempos de la Guerra Civil hizo su función de hospital de campaña. Pero hoy el sentido común lo descarta como opción. Que es lo que han hecho las autoridades sanitarias.

“Si crees que es buena idea y que la iglesia debería dar un paso al frente (además de rezar por todos nosotros) ayuda a que este mensaje rule. Gracias”.

La iglesia lleva ya varios pasos dados al frente, y nuestra diócesis, además fue la primera que dio un paso al frente en España. Por dedo fácil o por compartir desde el desconocimiento de todos los datos, el caso es que el mensaje ha llegado a muchos teléfonos. Comparto WhatsApp con quienes compartí diez años de mi vida en aquella Casa Grande. Por lo que algo sabemos de este singular edificio. Comparto los comentarios de ese WhatsApp.

“Recuerdo hace cuarenta años, cuando vino el Tour a Vitoria, que alguna gente de la caravana se quedó en el Seminario, y oír después a don Bene extrañado que la gente se había quejado de lo pobre de la instalación. Hace ya cuarenta años, y gente que no es exigente. Como para llevar enfermos…”.

“¿Qué ascensores tiene el Seminario? Que yo recuerde uno y en ese no caben camillas. ¿Cómo van a mover a los enfermos, en sillas de ruedas? ¿Y los baños? Como solución hubiese estado bien, pero no se pueden hacer las cosas a medias”.

“El ejército ha ofrecido, al parecer, un hospital de campaña y el Gobierno Vasco dice que no hace falta”.

“Hablar por hablar no cuesta nada, y dejar en mal lugar muy poco... Es una pena”.

“Un hospital fue pero nada que ver con las necesidades de hoy día.”

“Puestos a decir a los demás lo que tienen que hacer, un buen sitio sería la sede del Gobierno Vasco en Lakua, que estaba prevista para ese fin . En 24 horas podría estar lista”.

Bueno, opiniones para todos los gustos.

Y cierro con la nota que el obispado ha sacado no solo aclarando lo del Seminario sino aportando más datos y ofrecimientos de esta Iglesia en Vitoria: (Texto íntegro)

“El obispado aboga por ceder instalaciones y movilizar recursos para colaborar en la actual crisis sanitaria

Contactos informales entre técnicos de los Servicios Sociales y la Diócesis preveían albergar personas contagiadas con el Covid-19 para ser tratadas por personal sanitario en el Seminario de Vitoria.

No todo el espacio está libre pues el edificio es compartido con la UNED, la Agencia Vasca de Protección de Datos, el Tribunal Vasco de Cuentas y el Centro para la Promoción de la Autonomía Personal de Álava. Los propios Servicios Sociales desestimaron la posibilidad de hacer un uso hospitalario del Seminario ante las condiciones actuales del único espacio disponible en el edificio.

19 de marzo de 2020. En la tarde de ayer, miércoles 18 de marzo, técnicos de los Servicios Sociales forales se pusieron en contacto con el Obispado para explorar la posibilidad de que el Seminario de Vitoria acogiese personas con el Covid-19 y fuesen atendidas por personal sanitario para evitar un posible colapso del sistema sanitario en la ciudad.

Ante estos contactos, el Obispado de Vitoria quiso ceder la única parte libre que hay en el Seminario —puesto que la mayor parte del edificio está ocupado por la UNED, el Tribunal Vasco de Cuentas, la Agencia Vasca de Protección de Datos y el Centro para la Promoción de la Autonomía Personal de Álava— pero advirtió del mal acondicionamiento que tiene en la actualidad la única ala disponible avisando de la necesidad de adecuarlo mínimamente para poder garantizar el trabajo sanitario. Este único espacio libre no cuenta con luz, ni agua, ni calefacción y la última reforma que se hizo fue en los años 60. Además, las dificultades en la accesibilidad a la segunda planta, complican aún más esta posibilidad. Ante esta realidad, fueron los propios Servicios Sociales forales los que desestimaron esta posibilidad de uso. Al pensar en otros espacios eclesiales se desestimó también el Convento de las Brígidas, detrás de la Diputación Foral de Álava, que tampoco reúne condiciones de habitabilidad y que está pendiente de remodelación para proyectos sociales en curso.

Esta iniciativa también ha nacido de instancias y colectivos de la propia Iglesia alavesa por WhatsApp y redes sociales. Sabedores de la situación real del Seminario, han sido conscientes de las dificultades de acondicionar el poco espacio libre para usarlo como hospital con personas contagiadas. No obstante, el Obispado reitera su disponibilidad en lo que pueda para que no haya colapso en la red sanitaria de la ciudad y se ofrece a Osakidetza, al Gobierno de España, incluso a la Unidad Militar de Emergencias, para poder explorar la posibilidad de instalar habitáculos sanitarios en esta u otra ubicación que cuente con unos mínimos requisitos para ello o que sean subsanados por las autoridades desplazadas para ese fin.

La Iglesia de Vitoria acompaña en este momento a los enfermos con la entrega y la dedicación de sus sacerdotes, agentes de pastoral, religiosas, familias y organizaciones sociales y caritativas. Una red de voluntarios de la Diócesis está colaborando en todo lo que puede, coordinados por Guztion Artean. Residencias de ancianos, pisos para inmigrantes, refugiados o personas vulnerables y albergues, están completos. Como se puede ver, son más recursos humanos que espacios lo que en este momento se pueden ofrecer desde la Diócesis de Vitoria con la posibilidad de explorar mayor colaboración”.

El autor es comunicador cristiano