Explorar y allanar el camino hacia una convivencia democrática es el objetivo global que se marca actualmente el Foro Social Permanente y, para ello, consideramos que se deben desatar tres nudos, aún enredados, de las consecuencias del ciclo de violencia: víctimas -todas-, personas presas y una memoria crítica inclusiva, donde quepan todos los relatos, que contribuya a una convivencia democrática y respetuosa con los derechos humanos.

Sobre los dos primeros nudos hay amplio consenso tanto en la sociedad vasca y navarra como entre sus agentes políticos, sociales, sindicales e instituciones. Sin embargo, no ocurre lo mismo respecto a la memoria y el relato, ni respecto al papel de ambos. Existe una sostenida “batalla del relato”, una noria de argumentos repetitivos, que podría llevar a un distanciamiento muy peligroso en la sociedad de estas cuestiones, lo que implicaría un déficit para la convivencia a la que aspiramos.

El de la memoria es un espacio delicado en cualquier lugar que sale de una guerra o un conflicto violento. En Euskal Herria, con un ciclo de violencia con características propias, es materia sumamente sensible, hecha de vivencias y experiencias que son únicas de cada persona que las experimentó, conserva y transmite. Es real porque son cosas que sucedieron, e intangible porque el sufrimiento y la memoria están en lo más íntimo de cada persona, son palabra, recuerdo, pesadilla o esperanza?

La memoria se compone de hechos vividos y revividos con el filtro de nuestras emociones, lo que hace que nuestros recuerdos sean diferentes aunque hayamos atravesado exactamente la misma experiencia, por ejemplo, vernos atrapadas en el mismo hecho violento. Y las memorias individuales se van sumando: memoria familiar, de grupo, de pueblo, de comunidad, de país? co-construyendo memoria colectiva, memoria histórica. Esa suma de memorias, de microrelatos, sería ingrediente fundamental de la memoria crítica inclusiva.

Otro elemento sería el relato de lo sucedido, algo más “objetivo”. Su hilo conductor deberían ser los hechos: se mató, se secuestró, se torturó, se amenazó, se encarceló, se persiguió, se difamó, se extorsionó, se retorció la ley, se produjeron tales y cuales violaciones de derechos humanos?, hubo conversaciones, fracasos, éxitos? etc. Hechos que cada persona u organización que los protagonizó recuerda y narra de una manera (micro-relatos). Pero los hechos escuetos son los que son.

Hay una tendencia que desearía elaborar una narración fundiendo memoria y relato. En nuestra opinión, siendo ambos parte de una memoria crítica inclusiva, sería conveniente no enfocarlos como elementos exactamente iguales. La memoria completa el relato, no lo sustituye. Y para ser efectiva como antídoto frente a una futura repetición de lo sucedido, esa memoria, que está tejida de daño y sufrimiento, de hechos y consecuencias que no deberían haber sucedido, debe incluir un componente de crítica, de autocrítica, de críticas, sin dejar de lado ningún hecho.

Muchas veces, algunos insisten en la necesidad de un “relato único” al que, además, se le atribuyen funciones como deslegitimar no sólo la actuación violenta, sino incluso la legitimidad de ciertos postulados políticos. Sin embargo, creemos que un relato en positivo debería narrar lo sucedido garantizando que todos los relatos estén incluidos y de tal forma que quien acceda a ese relato tenga todos los elementos para formar su opinión y apostar por la no repetición.

Habrá muchos métodos para elaborar los relatos. Habrá quienes quieran aportar y quienes quieran ocultar. Habrá reticencias a que se recojan todas las razones y todas las verdades; unas escocerán a unas partes y otras a otras. Habrá temor ante posibles consecuencias penales de narrar ciertas cuestiones...

Habrá que afrontar todas estas circunstancias desde la responsabilidad de cada parte, de cada actor. Y cada responsabilidad es propia e intransferible. No se trata de blanquear ningún relato. No se trata de obviar nada de lo ocurrido, ni de generar ningún totum revolutum. Eso sí, el primer paso, lo que garantizará que el múltiple relato sea inclusivo -al igual que esa memoria colectiva hecha de tantas memorias individuales- es la escucha. Escuchar sincera y empáticamente. Escuchar dejando de lado nuestros propios puntos de vista, viendo en quien habla no una persona del “otro bando” sino alguien que tiene claves emocionales y sentimientos tan similares a los nuestros cuando sufrimos. Eso es ya un paso en la dirección de la memoria compartida y el relato completo.

Es un tema tan sensible en el que la correcta interpretación de las palabras es fundamental. Decimos esto porque en un artículo de opinión publicado en otoño 2018 por nuestro coordinador, afirmábamos en relación a esta cuestión que para el Foro Social “el debate debería responder a la pregunta siguiente: ¿cómo trabajar para sentar las bases de una memoria que, sin pasar página, permita un resultante en que todos los relatos se sientan confortablemente representados? Un resultante en el que ninguna persona se sienta discriminada y que nos permita mirar al futuro sin olvidar nuestro pasado”. Esta afirmación ha sido objeto de críticas por parte de entidades como Gogoan Memoria Digna (en las mesas redondas que hemos compartido). Debemos reconocer que, aunque nuestro sentido era otro y el contexto de la frase nos parecía claro, no era el caso. La afirmación “permita un resultante en que todos los relatos se sientan confortablemente representados” induce a lecturas equivocadas. Cuando decimos “confortablemente”, lo que queremos decir es que todos los relatos tienen derecho a poder expresarse, sin perjuicio de que cada uno de ellos deba ser lo más inclusivo, crítico, autocrítico y exigente posible. Vayan por delante nuestras disculpas si la expresión ha generado daño añadido.

Queremos terminar invitándoos a un próximo Hitzorduak. Dentro de las dinámicas de escucha y aprendizaje públicas y discretas que el Foro Social impulsa desde su creación en junio de 2016, este miércoles, 19 de febrero, en Donostia, abordaremos estas cuestiones en el encuentro abierto Memoria crítica inclusiva. ¿Un aporte para la convivencia democrática?, conociendo experiencias de otros lugares: Argentina, Colombia, Guatemala, El Salvador y Senegal.

Los autores son integrantes del Foro Social Permanente