la liquidación total de la pena y la consecuente salida definitiva ayer de prisión de Rafael Caride Simón, autor de la matanza de Hipercor que dejó 21 muertos y 45 heridos y posteriormente contrario a la utilización de la violencia y que fue por ello expulsado de ETA, supone el principio del fin de la iniciativa conocida como vía Nanclares cuyo objetivo era impulsar la autocrítica entre los presos de la banda, lograr su desvinculación de la misma y facilitar su reinserción por medio del reconocimiento del daño causado a las víctimas. Con la salida de Rafael Caride tras 26 años en prisión, únicamente quedan tres reclusos que han transitado por la vía Nanclares, aunque todos ellos disfrutan desde hace tiempo de un régimen atenuado al encontrarse en tercer grado penitenciario. Ello supone que la iniciativa que tuvo su inicio con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a la que se adscribieron una treintena de presos, y que después frenó de manera injustificable el Ejecutivo de Mariano Rajoy, es ya prácticamente historia. Y, sin embargo, la vía Nanclares ha ofrecido importantes frutos. De hecho, y aunque el colectivo de presos EPPK reniegue de ello tras décadas en las que ha impuesto la ortodoxia contraria a lo que denomina “salidas individuales”, es claramente el modelo que están llevando ahora a cabo los presos de ETA: compromiso con la utilización de vías exclusivamente pacíficas, reconocimiento del daño causado, petición de disculpas a las víctimas y aceptación de la legislación penitenciaria, incluidas las solicitudes de cambios de grado, permisos, etc., algo que hasta ahora tenían explícitamente prohibido por la banda. Si la vía Nanclares no ha tenido mayor repercusión ha sido tanto por las amenazas de ETA a sus propios presos como por el prematuro cierre de esta alternativa por parte del PP. Ello significa que los reclusos disidentes fueron, pese al coste personal -su posición no les ha recortado ni un solo día de cárcel-, pioneros en el proceso de autocrítica y artífices, en su ámbito, de la descomposición definitiva de ETA, contribuyendo asimismo también a su rechazo social.
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