Las furibundas reacciones de las derechas al preacuerdo alcanzado en Nafarroa entre el PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra para configurar un Gobierno progresista y plural en la comunidad foral no por esperadas dejan de ser absolutamente desmedidas, injustas y basadas en argumentos falsos. La crítica a cualquier tipo de acuerdo o pacto, máxime si su objetivo es la gobernabilidad ya que afecta directamente a toda la ciudadanía, es legítima y entra dentro de la lógica política. No así la descalificación, el exabrupto y la falta total de rigor y ética a la hora de expresar un desacuerdo. Ni ha habido “pactos de la infamia” con Otegi o “los herederos de Batasuna”, ni “blanqueamientos” ni “traiciones” ni se va a “entragar Navarra al anexionismo” nacionalista vasco. La prueba más evidente es que las críticas al preacuerdo no se refieren al contenido programático sino a posicionamientos puramente sectarios y de bloques, algo que este pacto, si finalmente se materializa, logra romper felizmente. Algo similar ha ocurrido en la Diputación de Barcelona, donde un acuerdo entre los socialistas catalanes y JxCat permitirá un gobierno plural, para escándalo del constitucionalismo de derechas -y de los perjudicados, en este caso ERC en el lado independentista-, que ven presuntas traiciones en sus respectivos aliados. En el fondo de estas airadas reacciones está el interesado rechazo a la ruptura de la política de bloques que caracteriza a la política española y, en Nafarroa, el miedo de los representantes del viejo régimen a un periodo de otros cuatro años más sin el poder en la comunidad foral. La inaceptable actitud del alcalde de Iruñea, Enrique Maya (UPN) al impedir por la fuerza la exhibición de ikurriñas en el txupinazo de ayer incluso por parte de concejales y con desproporcionada intervención de la Policía Municipal incide precisamente en el regreso a actitudes regresivas y sectarias que añoran las derechas navarras y españolas para todo el territorio, una vez recuperado el Ayuntamiento de la capital. Por contra, el preacuerdo entre PSC, Geroa Bai, Podemos e I-E es un pacto entre diferentes que puede estimular y abrir, además, perspectivas para la gobernabilidad en el Estado, bloqueada de manera irresponsable ante los vetos cruzados entre los partidos políticos y con la nefasta perspectiva de una posible repetición de las elecciones.