La convocatoria por la oposición venezolana, en el 60º aniversario de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, de manifestaciones en Caracas y en los 23 estados del país contra el régimen de Nicolás Maduro y su confluencia con marchas progubernamentales -a las que irresponsablemente llamó el presidente-, que ya se ha cobrado nuevas víctimas, retrata lo que ya es un enorme riesgo de enfrentamiento civil en Venezuela. Venezuela tiene hoy un presidente interino, el de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, amparado por la mayoría parlamentaria de la oposición y reconocido por Estados Unidos y uno de facto, Nicolás Maduro, amparado por el poder armado y un Tribunal Supremo afín. La jornada de ayer estuvo marcada por el anunció de Guaidó en medio de las convocatorias de protestas dentro del país y en dos centenares de ciudades del planeta, son el reflejo exterior de la situación interna, que solo puede calificarse como dramática. Más allá incluso de la represión política y el encarcelamiento de opositores, Venezuela muestra el síntoma inequívoco de una fractura severa, con miles de venezolanos abandonando el país a diario por falta de medios de subsistencia y el desabastecimiento de materias básicas. Cuando están a punto de cumplirse 20 años de la llegada al poder de Hugo Chávez y el inicio de su revolución bolivariana, es más que evidente el fracaso de la misma en cuanto a los objetivos de igualdad y prosperidad que dijo pretender hace dos décadas. Desde que en 2013 su sucesor, Maduro, ganara las elecciones a Enrique Capriles por un discutido 1% y las posteriores legislativas dieran la victoria y el control de la Asamblea Nacional a la oposición, el enfrentamiento político, con la utilización del Tribunal Supremo por el Ejecutivo contra el parlamento, ha derivado en una sostenida confrontación social en las calles. Y esta se ve azuzada por la quiebra económica del país que fue uno de los más pósperos de América pero en el que las previsiones del FMI sitúan la inflación -que ya hoy duplica mensualmente los precios- para 2019 en el nivel más alto de la historia, solo comparable a la de la Alemania de los años 20 del pasado siglo, y elevan la tasa de paro hasta cerca del 40%. Venezuela es hoy política, social y económicamente demasiado volátil para ser gestionada desde la insolvencia o con la irresponsabilidad que acredita el régimen.
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