Comenzamos un nuevo año, mujeres del mundo. Todas, aquellas que no queréis perder todos los logros (pocos pero valiosos) alcanzados en 2018, cuando aun resuenan nuestras voces unidas en la calle en aquella histórica manifestación del 8 de marzo para todos los que nos quisieron escuchar. Fue un año importante para nosotras, donde fuimos dinámicas en cuestiones y tensiones sociales, pero sin olvidar que nuestros derechos como mujeres fueron en muchos casos ninguneados en violencias de género, con cerca de 50 mujeres asesinadas a manos de maltratadores y violadores y con más que polémicas sentencias que dejaron una justicia más que en entredicho. Por eso, este año que iniciamos tiene que ser el nuestro de buena vez y pese al que pese (con personajes más que siniestros y misóginos), que nos quieren retrotraer a oscuras épocas que creíamos olvidadas, donde nuestros roles en la sociedad eran poco menos que el de mujer florero. Tenemos que tener una igualdad total y absoluta entre hombres y mujeres. En todos y cada uno de los ámbitos de la vida, y no dar ni un paso atrás en la conquista definitiva de todos nuestros derechos, porque estamos ya más que hartas de que se hable de igualdad plena y absoluta, y después se quede poco menos que en un brindis al sol entre las componendas e intereses de aquellos que tienen que hacer las leyes. No olvidéis que somos más fuertes que el miedo.