Que el Partido Popular está en una deriva recentralizadora, de giro a la derecha y regresiva en derechos era una evidencia desde que Pablo Casado accedió a la presidencia de la formación. Pero tras los resultados electorales registrados en Andalucía con la irrupción de Vox gracias a un discurso aún más a la derecha y nacionalista español y con la perspectiva de un año 2019 eminentemente electoral, los populares, y Casado en especial, no pierden la oportunidad para mostrar su rostro más extremista. Ha ocurrido en los días pasados cuando, en una nueva muestra de utilización política del dolor ante el execrable asesinato de la joven Laura Luelmo, el PP ha redoblado su exigencia de aplicación de la prisión permanente revisable. Y lo volvió a hacer ayer el propio Pablo Casado, aprovechando su visita a Gasteiz, donde arremetió duramente contra el fin de la dispersión y del acercamiento de presos de ETA así como de la transferencia de la competencia de prisiones a Euskadi. Todo ello, envuelto en un posicionamiento y con un lenguaje que no difieren en absoluto del que el PP mantenía durante la negra etapa en la que ETA mataba, secuestraba, extorsionaba y perseguía a quienes no comulgaban con sus ideas o le estorbaban para conseguirlas. Una vuelta al pasado que no tiene ya sentido alguno, con la organización terrorista ya felizmente desaparecida. Pese a ello, los populares mantienen idénticos discursos con el objetivo de captar votos. Sin embargo, Casado dio ayer un paso más allá al mostrarse en contra de la trasferencia de Prisiones al Gobierno Vasco, una posición contraria a la legislación vigente -el Estatuto de Gernika-, máxime si, como es el caso, se plantea con un argumento tendencioso, tergiversador, absolutamente falso y sin base normativa. Según el líder popular, la transferencia de Prisiones tendría como objetivo “convertir a alguna de las cárceles vascas en la catedral de los presos etarras” para “hacer lo mismo que en Catalunya”, en alusión a la prisión de Lledoners, donde están los reclusos del procés. Con planteamientos de este tipo, el PP no solo se aleja de la realidad y se autoaísla aún más de los consensos básicos que existen en Euskadi, sino que, en su intento por anular el efecto Vox, parece asumir públicamente algunos de los postulados de una formación netamente de extrema derecha.