Sobre los rescoldos del éxito de la más reciente edición de la Durangoko Azoka se empiezan a cocer ya los contenidos de la próxima, que en 2019 será la edición número 54. Hablar de éxito de la Azoka es casi una perogrullada a estas alturas pero conviene recordar alguna de las características de ese éxito para que se sigan alimentando sus virtudes e identificando sus riesgos en el futuro. En primer lugar, la propuesta está más que reconocida por la ciudadanía y ese es el factor de éxito fundamental. Decenas de miles de personas interesadas en la cultura vasca y su producción se dan cita cada año con un doble factor clave que redunda en su fortaleza: Azoka es ya un referente intergeneracional que entra en la agenda de los más jóvenes; y dos, siendo la cada año más enriquecida oferta de contenidos en euskera uno de los factores de consolidación y normalización del uso cotidiano de la lengua vasca, la Azoka atrae también a quien se mueve con la inquietud del euskaldunberri e incluso del erdeldun, que reconocen en la propuesta de cada mes de diciembre en Landako Gunea una oferta que refuerza pero también trasciende el ámbito de la lengua y ofrece un concepto de cultura vasca multidisciplinar. La feria da también la medida del estado de salud de la industria cultural vasca. Publicaciones impresas, producciones musicales y audiovisuales, oferta artesanal..., un amplio abanico de propuestas que no dejan de ser, además de argumentos culturales propios, ofertas de ocio, de consumo y de generación de riqueza. Un sector, el de la producción cultural, que no es ajeno a los riesgos del consumo digital pero que está siendo capaz de adaptarse a él evitando perderse en el maremágnum de productos “de usar y tirar” que las redes difunden y olvidan con facilidad. Ese reto deberá estar presente en el futuro inmediato de la industria y de la propia Azoka porque el peso de la rica realidad cultural vasca -y específicamente en euskera- tiene que lidiar con gigantes de la producción y con tendencias de consumo difíciles de afrontar. Pero lo pequeño es también específico. Durangoko Azoka firma otro año de atractivo y sitúa el listón para las próximas ediciones en ese difícil equilibrio entre su capacidad para seguir siendo un evento de masas y el riesgo de caer en la configuración de un parque temático de la cultura vasca.