Las denuncias por agresiones sexuales, ataques sexistas y machistas y delitos contra la libertad sexual han crecido de manera importante en Euskadi. Los últimos datos indican que las denuncias de mujeres por presuntas violaciones han aumentado un 22% en el primer semestre de este año con respecto al mismo periodo del año anterior, habiéndose registrado 39 casos, lo que significa de media al menos uno cada cuatro días. Asimismo, las denuncias por delitos contra la libertad sexual han crecido un 29% en el mismo periodo de enero a junio, con 319 ataques de este tipo. Son datos que, obviamente, deben preocupar porque significa que esta clase de conductas, agresiones y violaciones contra las mujeres continúan sucediéndose en nuestros pueblos y ciudades, de manera que hay que extremar las medidas de protección, seguridad, educación y concienciación social y, en su caso, de represión y solidaridad, ayuda, acompañamiento y reparación para con las víctimas de esta lacra. Al mismo tiempo, el aumento de denuncias indica también que cada vez más mujeres agredidas están dispuestas a acudir en demanda de justicia frente a sus agresores, un paso duro y complicado que la sociedad, en general, debe reconocer y agradecer. Precisamente, el jueves concluyeron las fiestas de La Blanca en Gasteiz con un excelente balance festivo pero con el “punto negro”, en palabras del alcalde, de que se han registrado cuatro casos de violencia machista, uno de ellos de especial gravedad al tratarse de una agresión sexual a una menor por parte, además, de otro menor. Las instituciones, conscientes de la necesidad de abordar el asunto desde todos los puntos de vista, están intensificando las campañas y las medidas para frenar estas agresiones, en gran parte empujadas por la presión social. Por ello, Donostia -que arranca hoy su Aste Nagusia- y Bilbao -que lo hará dentro de ocho días- prevén asimismo acciones de concienciación y de seguridad, necesarias para intentar garantizar la igualdad también durante los días festivos. También la sociedad civil está, en general, más activada contra estas conductas. Es obvio que aún no es suficiente, porque un solo caso es, sencillamente, intolerable e inasumible y la vigilancia y la prevención deben extenderse a todos los días del año. Se trata, sin duda, de una lucha continua, más allá de las fiestas. Una de las batallas más necesarias, justas y colectivas que tenemos como sociedad.
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