Mientras las formaciones y organizaciones abertzales -y no abertzales, como Podemos- celebraron ayer el Aberri Eguna con estilos, mensajes, perspectivas y reivindicaciones diferentes y también algunas comunes, ETA volvió a irrumpir -como es, por desgracia, tradicional- en este día señalado con uno de sus últimos comunicados de consumo estrictamente interno, absolutamente ajeno a la realidad de Euskadi pero injustamente doloroso para el conjunto de la sociedad vasca. En su larga y lenta agonía, ETA se encuentra ante su penúltimo pero vano intento de blanquear su sangriento pasado y de autojustificar sus crímenes. Solo así se entiende que a pocas semanas de cerrar definitivamente su ciclo violento, la organización dedique su manifiesto de Aberri Eguna -que ojalá sea el último que hace público en el Día de la Patria vasca- a glosar el “esfuerzo” y la “generosidad” de sus militantes y a homenajear a los que denomina “compañeros caídos en la lucha”. Incluso habla de los “miles y miles de ciudadanos vascos que han estado en ETA o con ETA”, en alusión no solo a los militantes sino también a quienes, desde la complicidad con sus crímenes, le han dado cobertura social y política. No es que este reconocimiento no sea coherente dentro de la irracional lógica de la organización armada a lo largo de su trágica historia, pero resulta desgarrador para el conjunto de la ciudadanía vasca y en especial para las víctimas. El manifiesto -que según afirma está aprobado por su militancia, lo que también es revelador de su contenido- no incluye ni una mínima mención al daño causado ni a su reconocimiento y aún menos a las víctimas y a la injusticia que la propia ETA cometió con ellas. A estas alturas, resulta inadmisible la total ausencia de autocrítica, máxime cuando la organización se encuentra en una fase que denomina “proceso de debate sobre el final de ETA” y que anuncia “está a punto de concluir”. La sociedad vasca no espera ya nada más de ETA que su cierre definitivo y su desaparición, precedida de un reconocimiento del inmenso dolor que ha causado a sus víctimas y a Euskadi y de su aportación al esclarecimiento de sus atentados. Todo lo demás está ya de sobra y no hace sino incrementar el sufrimiento. Cuanto antes termine con su agonía y desaparezca para siempre, mejor.