La innegable e imprescindible labor de ayuda, solidaridad y cooperación internacional que llevan a cabo desde hace décadas decenas de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en todo el mundo se ha visto injustamente empañada por la inaceptable, inmoral e incluso delictiva conducta de algunos responsables y trabajadores de estos organismos que han salido a la luz durante las últimas semanas. El reguero de escándalos con el que se han visto implicadas ONG de gran reconocimiento por su trabajo en países en dificultades surgió tras la publicación por parte del diario británico The Times de una investigación interna de Oxfam, en la que se revelaba que algunos empleados de esta ONG se habían aprovechado de la misión de ayuda a las víctimas del terrible terremoto que tuvo lugar en Haití en 2010 -en el que hubo más de 200.000 muertos- para la explotación sexual y abusos de poder. Del estudio se desprendía, además, que Oxfam, tras tener conocimiento de los hechos, aceptó la dimisión de tres responsables y despidió a cuatro trabajadores, sin poner los hechos en conocimiento de las autoridades judiciales. Estas revelaciones han dado lugar en los últimos días al conocimiento de casos similares en otras ONG como Save The Children, Christian Aid, Médicos Sin Fronteras, International Rescue Committee y Unicef y a una cascada de dimisiones y también de bajas de socios en estas organizaciones. Este mismo fin de semana, Miguel Bosé anunció que, tras los escándalos, cesará su colaboración con Oxfam, organización de la que era embajador desde hace casi veinte años. Más allá de estas consecuencias, la sombra de la sospecha que se ha cernido sobre el trabajo de las ONG amenaza con condicionar la ayuda humanitaria a los países más pobres. No se trata de minimizar los hechos -gravísimos- ni siquiera de avalar la escasa y limitada respuesta inicial de estas organizaciones, que trataron de que los casos quedaran ocultos al exterior, sino de reconocer que estas conductas -impactantes y absolutamente reprobables- son minoritarias y repugnan, sin duda, a sus responsables, trabajadores y socios tanto como al conjunto de la sociedad. Por ello, es necesario que las ONG tomen medidas urgentes. El viernes pasado, una veintena de asociaciones admitieron que el sector necesita “un cambio fundamental”. Ha llegado el momento de implementarlo, con toda contundencia.