la última matanza en una escuela de EEUU -en la que murieron 17 personas entre profesores y estudiantes, asesinados a tiros por un exalumno de 19 años- ha vuelto a conmocionar a la sociedad americana por suponer una de las mayores masacres registradas en el ámbito escolar, pero que cuenta con demasiados antecedentes. Chicos que toman un fusil y se presentan en el instituto para matar. La lista de tiroteos masivos sucedidos en Estados Unidos está llena de atrocidades, desde la famosa matanza de Columbine (Colorado), en 1990, cuando dos adolescentes asesinaron a 13 personas, hasta el horror de 2012 en Newton (Connecticut), en la que un joven asesinó a 20 niños y seis adultos en una escuela infantil. Además, los hechos en una escuela en Parkland (Florida) -que se atribuyen a un joven con problemas mentales, pero con acceso libre a la compra de armas- no han sido los primeros de este 2018, en el que en apenas dos meses ha habido media docena de sucesos similares en centros escolares. Y en los diferentes estados norteamericanos han muerto tiroteados más de un millón de ciudadanos durante los últimos cuarenta años, casi 10.000 de ellos sólo en 2017. Se calcula que en el conjunto del país, de 309 millones de habitantes, hay 310 millones de armas de todo tipo (rifles, escopetas, fusiles, pistolas) y, solo en 2016 16,8 millones de estadounidenses solicitaron la compra de un arma, de forma legal y al amparo de la Segunda Enmienda, que afirma que “el derecho del pueblo a poseer y portar armas de fuego no será infringido”. Ese “derecho a defenderse” que abrazan con gozo en la Asociación Nacional del Rifle Americana (NRA), un poderosísimo lobby de cuatro millones de ciudadanos, provoca miles de muertos cada año pero ni la mayoría de la opinión pública estadounidense ni sus políticos tienen previsto ningún cambio legal. Donald Trump, que cuenta precisamente en la NRA a uno de sus valedores, apenas se ha comprometido a respaldar un proyecto de ley de alcance limitado para mejorar la eficacia del sistema actual de verificación de antecedentes penales de los potenciales compradores de armas, al que la NRA no se opone. Su principal apuesta está lejos de reducir el número de armas en las calles: al contrario, plantea armar a algunos profesores -el viernes insistía al respecto-. Mientras, cientos de niños y niñas y de adolescentes son asesinados cada año en centros escolares o en las calles de EEUU.
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