El magnate metido a político populista Donald Trump cumplió ayer su primer año como presidente de Estados Unidos. La coincidencia de esta efeméride con el batacazo que supuso para Trump el cierre parcial del Gobierno norteamericano -lo que se conoce como shutdown- ante la falta de acuerdo en el Senado refleja la incapacidad del actual jefe de la Casa Blanca para el diálogo y resume las características principales de su política durante estos doce meses. Trump ganó las elecciones que le auparon al despacho oval con un discurso arrolladoramente populista, filoxenófobo, que prometía una nueva “América para los americanos” en la que, sin embargo, se recortaban o eliminaban derechos sociales pero que caló en amplias capas populares y trabajadoras de EEUU. Su gran obsesión durante este tiempo, tal y como prometió durante la campaña electoral, ha sido desmantelar la herencia dejada por su antecesor, Barack Obama. Y a ello se ha aplicado con ahínco, aunque no siempre con acierto. El drástico coto a la inmigración y la construcción de un muro entre México y EEUU, la reforma sanitaria que dejaba a millones de estadounidenses sin cobertura, la reforma fiscal y la marcha atrás en la lucha contra el cambio climático han sido algunos de los ejes de este año de mandato, aderezado siempre con discursos incendiarios, provocadores mensajes a menudo insultantes a través de Twitter y constantes ataques a la oposición y a la prensa, amén de peligrosas bravuconadas en el ámbito internacional. El cierre de la Administración, confirmada a última hora del viernes cuando el Senado negó la aprobación de los nuevos fondos para financiar el Gobierno, es, en este sentido, significativa. Supone un fracaso político y de gestión de primer orden para Trump, más allá de los efectos reales que pueda tener. Y, sobre todo, es la constatación de la fractura del país. Los demócratas votaron en contra ante la obsesión del presidente contra los inmigrantes y su negativa a la regularización de 800.000 dreamers. El propio Trump culpó, como no podía ser de otra manera, a la oposición, a la que acusó de estar más preocupada por los inmigrantes ilegales que por la seguridad de Estados Unidos. Una muestra más de que el America first (América primero) que le llevó a la Casa Blanca sigue siendo, un año después, su leitmotiv. Además, claro está, del Trump first.
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