La formación académica, cultural y profesional de los ciudadanos de un país es un indicador de desarrollo íntimamente ligado al nivel de bienestar de la sociedad que lo conforma. El desarrollo del conocimiento trae desarrollo económico y social, y este, en una dinámica que se retroalimenta, aboca a su vez a unos niveles formativos aún más profundos. La Euskadi actual se mueve en el grupo de los países más desarrollados del entorno europeo en lo que se refiere a parámetros que se utilizan como estándares de desarrollo. En la base de esos rankings, sustentando esas cifras de solidez social y económica, se aprecian unas tasas de formación académica y profesional muy por encima de la media del Estado español, y equiparables a las de estados que son presentados como paradigmáticos del desarrollo. A día de hoy, la Comunidad Autónoma Vasca cuenta con 512.000 trabajadores en activo que tienen un título universitario o un grado superior de Formación Profesional, lo que supone más del 56% de los ocupados. En este ránking le siguen a la CAV Nafarroa y Madrid, situándose a la cola en lo que respecta al Estado español las comunidades más dependientes del turismo, como son Canarias, Baleares y Castilla-La Mancha. No es ajeno a esta realidad el hecho de que la CAV es la comunidad que más invierte en educación, además de situarse como pionera en experiencias que buscan relanzar la formación profesional, con el modelo dual que combina lo académico con el trabajo en los centros productivos, que ha sido tomado como referente en Europa. Y junto a la realidad de estas políticas de impulso estratégico de la formación, cabe destacar un factor que contribuye a la cohesión social y denota el viaje de la sociedad vasca hacia mayores grados de madurez: el incremento del número de trabajadores con formación superior viene propiciado de forma determinante por la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. En la última década, el número de trabajadoras vascas que acreditan estudios superiores se ha incrementado en 22.000, al pasar de 228.000 a situarse en los 250.000. En el polo opuesto, es decir, allí donde se encuentran los trabajadores que tienen únicamente estudios primarios, se constatan de forma más cruda los rigores de la crisis: son el 3% y los que más han sufrido el paro. La formación, la educación, por tanto, se reafirma como un pilar fundamental para el futuro del país.