Mientras Barcelona, Catalunya y, en general, el mundo mantenían un sentido, emocionado y sereno duelo por las víctimas de los brutales atentados perpetrados la tarde del jueves y la madrugada del viernes en la Rambla y Cambrils -catorce muertos en total y más de un centenar de heridos-, el día después de estos ataques que han conmocionado a la ciudadanía dejó ayer noticias e imágenes contradictorias. Por una parte, la confirmación de que los atentados que tenían preparados desde hacía meses los componentes de la célula yihadista estaban pensados para causar muchas más víctimas mediante explosivos -además del atropello masivo- aunque finalmente se vieron obligados a actuar de manera improvisada al frustrarse sus siniestros planes es un elemento que causa zozobra y que debe ser muy tenido en cuenta para el futuro desde el punto de vista de la seguridad. Esta circunstancia de la búsqueda de un atentado de aún mayor crudeza refuerza la idea de una amenaza constante y pertinaz del terrorismo yihadista que los expertos y las fuerzas de seguridad deberán calibrar debidamente. Por otra parte, la sociedad ha sentido cierto alivio en la actuación de los Mossos d’Esquadra, que lograron con su actuación minimizar las consecuencias del ataque de Cambrils y que han detenido a cuatro personas presuntamente relacionadas con los hechos. La hipótesis, también, de que el autor del atropello en la Rambla que conducía la siniestra furgoneta y que logró huir pudiera ser uno de los terroristas abatidos en Cambrils supondría un gran respiro para la ciudadanía. En cualquier caso, quedan aún muchos cabos sueltos y muchas incógnitas que solo la investigación policial podrá resolver. En especial, queda saber si falló algún protocolo o si no se activaron de manera efectiva los medios necesarios para evitar una matanza como la que tuvo lugar en Barcelona. En este sentido, la mesa se seguridad debe analizar la situación y decidir si sube el nivel de alerta de 4 a 5 y qué otras medidas de protección de la ciudadanía pueden activarse. Por otra parte, la solidaridad mostrada por toda la sociedad durante el día de ayer y en particular la determinación de los catalanes -“No tenemos miedo”, gritaron-, dispuestos a seguir adelante pese al dolor supone un viento de esperanza frente a la barbarie y pone de manifiesto que los terroristas no ganarán la batalla.