los sucesivos procesos electorales que se han producido en los últimos años en Europa y los que aún faltan por llegar confirman una involución del proyecto europeo original que afecta tanto a sus bases democráticas como a su modelo socioeconómico del Estado de Bienestar. Es cierto que Francia ha parado a la ultraderecha del Frente Nacional, pero su candidata Le Pen ha superado los 10 millones de papeletas y el 34% de los votos. Al mismo tiempo, la abstención, los votos nulos y en blanco han alcanzado cifras históricas en la 5ª República. En la conmemoración oficial del Día de Europa es una dejación de responsabilidades ocultar en los grandes actos y en los discursos manidos la realidad de una UE en la que la ultraderecha es ya segunda o primera fuerza en países como Grecia, Austria, Hungría, Holanda, Francia o Polonia. La falta de respuesta democrática ante este avance electoral en Europa cuestiona la confianza entre los países miembros y pone en evidencia la debilidad de las convicciones europeístas de los Estados, más preocupados por mantener el control sobre sus propios poderes y en diseñar un modelo organizativo burocrático que se amolde a esos intereses particulares que en impulsar una Europa real capaz de conectar con sus ciudadanos o en diseñar un ordenamiento jurídico común eficiente. Un ejemplo que avala las tesis de quienes defienden consolidar las bases del proyecto europeo no tanto en los Estados como en los Pueblos que la habitan. En este sentido, el recorte de derechos sociales y laborales y la imposición de un modelo económico sin control democrático forma parte del mismo bloque ideológico conservador que utiliza la inmigración en este caso, la llegada de personas procedentes de los países en zonas en conflicto en Oriente Medio o del Norte de África envueltos en procesos de cambio social y político como argumento para imponer sus tesis reaccionarias, excluyentes y xenófobas. Y la UE ha sido incapaz de poner en marcha soluciones eficaces ante la crisis económica, social y humanitaria, apenas una sucesión de parches en los que los intereses burocráticos y políticos de los dirigentes y las demandas de las elites económicas y financieras han ido imponiendo sus intereses particulares a los intereses generales de unos ciudadanos europeo. Pese a todo ello, con muchas reformas pendientes y la exigencia de una participación ciudadana en la toma de decisiones, con sus luces y sus sombras, la UE es el gran proyecto de paz y libertad de los ciudadanos y los pueblos europeos.