El desarme total, incondicional, ordenado y verificable y la disolución definitiva siguen siendo, junto al reconocimiento explícito del daño causado y la reparación a las víctimas, las grandes tareas pendientes de ETA, más de cinco años después de que declarara el fin de su actividad armada. Es de justicia y se lo debe, fundamentalmente, a la sociedad vasca. Esos procesos, sin embargo, están absolutamente atascados. ETA viene insistiendo últimamente en que su decisión de proceder al desarme cuanto antes es firme y que incluso ha concluido ya la fase de inventariado del material. La reiterada y firme negativa de los Estados español y francés a participar de cualquier modo en ese proceso de desarme está dando al traste con los propósitos de la organización. De ahí la creciente frustración y desesperación de la que está haciendo gala ETA y que se desprende tanto de sus pronunciamientos como de sus acciones, como la llevada a cabo en Luhuso con un lamentable intento de escenificación de entrega de algunas armas a la “sociedad civil”, sin seguridad ni verificación alguna. Ayer, David Pla, en calidad de portavoz de ETA, insistió en una entrevista en Gara en esta vía y en descalificar la propuesta del Gobierno Vasco para un desarme ordenado, consensuado y verificable. De los planteamientos expuestos por Pla se deducen de forma meridiana dos conclusiones, ambas estrechamente relacionadas: una, el interés de ETA en dejar claro de cara a la opinión pública que quiere desarmarse, aunque no termina de hacerlo; y dos, que lo que busca es acompañantes para su escenografía en la que aparecería como protagonista de un supuesto proceso histórico hacia la “resolución del conflicto”. En definitiva, tratar de nuevo de vender como una victoria lo que no es sino una derrota en toda regla. La realidad es que el desarme debería haberse producido ya hace mucho tiempo, aun sin la colaboración de los Estados e incluso frente a su evidente actitud de bloqueo. El insólito emplazamiento, a través de la prensa, de ETA al Gobierno e instituciones vascas para -literalmente- “que vengan” a legitimar sus planes solo demuestra su propia incapacidad y sus intentos de sacar réditos a un desarme que debe producirse de forma urgente e incondicional. Es esperable que lo haga ya y por una vía que, al menos, ofrezca seguridad.