Aunque los orígenes de la violencia en los diferentes escenarios, que ha afectado el recientemente a Turquía y Egipto y en estos días a Alemania y a Rusia en Turquía, no siempre es la misma, lo cierto es que la inestabilidad no deja de crecer en Oriente Próximo desde que hace ya seis años buena parte del mundo saludara con alborozo la denominada Primavera Árabe, que aún parece estar por llegar, y en la que los terroristas han sabido aprovechar el río revuelto para ganar sus particulares y equivocadas causas. Son muchos los musulmanes que, especialmente, en Oriente Medio aspiran a una vida mejor, alejada de todo tipo de injusticia y violencia. Como decía el Papa Francisco, el mismo domingo de los atentados, no podemos olvidar a las víctimas que sufren en tantos lugares. No podemos acostumbrarnos a esto, sea en Turquía, en Egipto, en Nigeria o en Siria. Y es también nuestra tarea, cada uno en la medida de nuestras responsabilidades, seguir clamando y actuando para que cese el terror.