Si los máximos responsables del PP del País Vasco, Alfonso Alonso y su ejecutiva, se preguntan por los motivos que en Euskadi les han devuelto a un papel residual, con niveles de penetración electoral similares a los anteriores a 1994, en caída libre durante tres lustros, el informe del Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco sobre Paz y Convivencia proporciona una de las principales respuestas: el 56% de los ciudadanos vascos considera que el Gobierno de Mariano Rajoy, es decir, el PP, lo está haciendo mal o muy mal en el proceso del final del terrorismo y en la consecución de la paz y la normalización mientras un famélico 9% casi coincidente con su último respaldo electoral en Euskadi cree que su actuación es buena. Y el 92% opina que Rajoy, contrariamente a lo que hace, debe acordar la política de paz y convivencia con el Gobierno Vasco. Si la pregunta se traslada al papel desarrollado por los partidos políticos, no cambia apenas nada: el PP es para la sociedad vasca el que menos está ayudando en un proceso que preocupa mucho a más de 6 de cada 10 ciudadanos. Que el PP mantenga hoy, más de cinco años después de que ETA declarara el fin de sus actuaciones violentas, idénticas políticas en el ámbito de la pacificación a las que había venido manteniendo en la década final del pasado siglo y en los primeros años de este se identifica en Euskadi como un lastre enorme para la normalización que desea la sociedad, incapaz de entender el inmovilismo y la despreocupación de Rajoy en la solución de un problema que afecta en lo social, lo político y lo económico y a la cohesión, el desarrollo y la convivencia en Euskadi. Que el cambio de perfiles iniciado en Interior por el nuevo ministro, Juan Ignacio Zoido, con dos políticos provenientes del ámbito municipal -José Antonio Nieto Ballesteros y Germán López Iglesias- en la secretaría de Estado y al frente de la Policía y un magistrado -José Manuel Holgado- como director general de la Guardia Civil, suponga un cambio de directrices es una posibilidad que está, en todo caso, por comprobar. Ayer, en rueda de prensa en Berlín, la canciller alemana, Angela Merkel, lanzó a Rajoy lo que algunos han creído un elogio -“en Alemania diríamos que Rajoy tiene piel de elefante”-, tal vez por desconocimiento del origen latino de la expresión -“elephanti corio circumtentus”- y su significado primigenio sobre la pétrea impavidez de ciertas actitudes.
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