El proceso de negociaciones que el Gobierno de Colombia y el grupo guerrillero FARC comenzaron en noviembre de 2012 en Noruega finalizó ayer en Cuba con la firma de los acuerdos que, en palabras de los protagonistas, ponen punto final a los más de 50 años de un conflicto violento que ha dividido profundamente al país sudamericano y ha causado un sufrimiento inmenso, 8 millones de víctimas, en forma de asesinatos, secuestros, desapariciones, mutilaciones, movimientos de población, narcotráfico y una afección incalculable en términos económicos y medioambientales. El acuerdo no hubiese sido posible sin la determinación de ambas partes, decididas a sustituir las armas por el diálogo, sin la tenacidad del presidente Santos y sin el compromiso del representante negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, y de los líderes guerrilleros, especialmente el comandante Luciano Marín. Meses de diferencias y dificultades han alumbrado las bases que deberán asegurar en el próximo futuro la convivencia pacífica en el país a partir de la hoja de ruta que marcan los contenidos acordados, que suponen una gran noticia para Colombia y para todo el continente sudamericano. El nuevo tiempo se deberá concretar, en primer lugar, en el fin efectivo de la violencia, mediante un cese bilateral y definitivo y la entrega de las armas del grupo guerrillero a la ONU en un plazo de 6 meses bajo supervisión internacional. Entre los retos del acuerdo están el reconocimiento y reparación de las víctimas y la reincorporación a la sociedad de los efectivos guerrilleros, que contarán con ayudas para su integración. Con el fin de asegurar el seguimieno del proceso las FARC tendrán asegurada temporalmente una representación en el Congreso colombiano. También se recoge el acuerdo de impulsar programas de desarrollo económico y un fondo de tierras para reasentar a la población desplazada. Es destacable asimismo el compromiso de las FARC de romper cualquier vínculo que hayan tenido con el narcotráfico. La firma del acuerdo ha sido bien recibida por las principales organizaciones políticas, económicas y sociales de Colombia y por una buena parte de sociedad, aunque no por toda. Los líderes colombianos tienen ahora el reto de convencer a la mayoría del pueblo de Colombia de las bondades del acuerdo de paz, que será sometido a referéndum el próximo 2 de octubre.